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Argentina Argentina · Buenos Aires
Voto de nicobicho:
7
Comedia. Drama Arturo (Guillermo Francella) es un galerista encantador e inescrupuloso. Renzo (Luis Brandoni) es un pintor hosco y en decadencia. Si bien los une una vieja amistad, no coinciden en (casi) nada. El galerista intenta por todos los medios reflotar la carrera artística de su amigo, pero las cosas van de mal en peor. Hasta que una idea loca y extrema aparece como una posible solución. (FILMAFFINITY)
21 de agosto de 2018
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
El trío Duprat-Cohn-Duprat nos acostumbró a productos audiovisuales (cine y televisión) cínicos, absurdos, mordaces y delirantes, usando actores amateurs en muchos casos (o simplemente aficionados, como eran los programas “TV Abierta” o “Cupido”), o actores en roles inesperados (como el personaje dramático de Emilio Disi). Podían gustar o no, pero con casi 20 años de producciones sobre diversas temáticas y un tono inconfundible, habían registrado una marca y un estilo, desde el documental de presidentes argentinos a una película sobre el asado, pasando por sus ya clásicos de ficción, como “El artista”, “El hombre de al lado” y “El ciudadano ilustre”.

En “Mi obra maestra”, justo cuando uno espera encontrarse con una exacerbación de ese estilo, cuando la temática (un pintor exitoso en los 80 y en decadencia desde entonces) y los actores (Brandoni y Francella) hacen pensar en que efectivamente se venía la obra maestra del trío ya maduro, llega lo más “estándar” de su producción.

Ojo, este adjetivo no es “malo” en términos absolutos: sólo describe una película que tiene algunas pequeñas marcas del estilo de los autores, pero que rompe con su línea de trabajos anteriores, sin ser disruptivo sino, por el contrario, “mainstream”. “Mi obra maestra” se adapta a lo que un público masivo espera, y es una comedia efectista, que se sostiene enteramente en dos actores monumentales y en una excelente química entre ellos, que produce todos los efectos humorísticos con las miradas, los gestos y la pronunciación de ciertas palabras, haciendo que un texto sin demasiado vuelo luzca como una extraordinaria pieza cómica.

El planteo en torno a la funcionalidad del arte y a la relación de éste con su valor y con el mercado, a diferencia de lo que sucedió en films anteriores, es más bien elemental y esperable, sin ninguna ocurrencia que salga del molde, y sostenido sobre una idea que bien podría emitir cualquier tía distraída: “Para las pinturas, hay que esperar que el artista se muera, que eso siempre hace que valgan más”.

Nada disruptivo, nada nuevo; sólo una sucesión de eventos inesperados (muchos de los cuales son bastante esperables…) entre dos amigos entrañables, un homenaje a la amistad que genera un buen contrapunto ante las atinadas apariciones de un jovencito español muy bien caricaturizado. Un producto para reírse, para pasarla bien “en las vacaciones de invierno”, 2 horas de entretenimiento asegurado: ni más ni menos que eso.
nicobicho
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