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Voto de Néstor Juez:
8
7.1
8,143
Terror
Adaptación de la famosa novela de Bram Stoker que toma como punto de referencia la insuperable adaptación de Murnau. Jonathan Harker viaja desde Wismar a Transilvania para visitar el castillo del legendario conde Drácula, a quien pretende venderle una mansión en su ciudad. Atraído por una fotografía de Lucy, la mujer de Harker, Nosferatu parte inmediatamente hacia Wismar, llevando con él la muerte y el horror. (FILMAFFINITY)
19 de junio de 2018
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras dos desencuentros meridianos, a las 22:00 tuvimos la ocasión perfecta para descubrir en pantalla grande una película de culto del cine alemán de finales de siglo: Nosferatu, el vampiro de la noche/Nosferatu: Phantom der Nacht, remake del clásico del expresionismo alemán de Murnau dirigido por el veterano y carismático Werner Herzog, uno de los padres del nuevo cine alemán. Jonathan Harker (Bruno Ganz), enamorado de la etérea Sofie (Isabelle Adjani), recibe el encargo de dirigirse a Transilvania a negociar con el conde Drácula (Klaus Kinski) la compra de una casa en la Weimar en la que vive por parte de este. Conforme se acerque a sus terrenos y se adentre en la morada, constatará que una tenebrosa aura de muerte y horror rodea a la figura del pálido conde, ávido de sangre. La enésima versión del relato canónico de Stoker reinterpretado desde el personal imaginario visual de Herzog. Una obra que respeta y reproduce paso a paso las estampas y secuencias del filme de Murnau, pero que además lo adereza con una poesía audiovisual y un tono calmado y filosófico, cómico incluso, que inducen al espectador en un gozoso trance. Sublimes las melodías de Popol Vuh, como interesantísimo es el filme en el plano estético, con texturas y tratamientos de la luz y los colores de índole pictórico y uso expresivo potentísimo del maquillaje y la presencia visual de Kinski. En un género iconográficamente tan definido como el vampírico, es muy estimulante ver como Herzog diseña el propio con hermosos escenarios medievales carentes de tenebrismo, y como inunda la hermosa y señorial Weimar de peste y ratas, concluyendo con escenas de delirio propias de Kusturica. Filme extraño, distante al terror, pero absolutamente recomendable para ser experimentado, cuanto menos, una vez en la vida.