Después del éxito cosechado con la larguísima Bonanza, un maduro Michael Landon volvería a la pequeña pantalla con esta exitosa y muy lacrimógena serie televisiva, que narraba el día a día de una familia de colonos en el duro oeste.
"La casa de la pradera era un western efectivamente, pero no un western convencional. Nada de tiros, ni puñetazos, ni ahorcamientos, ni sucias palabras...
Era un western familiar, repleto de sentimientos y buenos consejos, donde, a modo de lección, se nos hacía ver lo que podía ocurrirnos si ibamos por mal camino.
Michael Landon consiguió durante nueve años otro de los mayores éxitos de su carrera en el medio, congregando a millones de fieles seguidores y seguidoras que, episodio tras episodio, no podían evitar extraer el pañuelo del bolsillo y secarse varias lágrimas de su rostro.