Ya se conocía la admiración de los Coen por el cine negro y los relatos de crímenes y similares, sin embargo, a la hora de sintetizarlo en un trabajo propio, los hermanos no optan por lo básico y emplean una gama de posibilidades para crear una comedia al respecto. Muchos elementos irónicos y marcados en un estilo de comedia negra giran en torno a un problema sacado de cualquier thriller policíaco. Pero las cosas no son lo que parece cuando estos tipos son los encargados del guion…
Jeff Bridges, con gran carisma y atino, interpreta al Dude, un sujeto desdeñado al que todo poco le importa y con lo que consigue camina en su propio mundo de la vagancia y el boliche. Luego de ser confundido por alguien con su mismo nombre, Jeffrey Lebowski, decide ir en busca de la víctima por saldar los daños recibidos. Más adelante, el millonario tocayo opta por contratarlo para rescatar a su esposa aparentemente secuestrada.
Desde el peculiar incidente con el nombre del protagonista se evidencia un aire de casualidades. El dude es retratado como un hippie estancado en los 90’s que topa con dilemas fuertes y serios sin ser específicamente peligrosos a su vida, pero sí a su modo de vivirla. Los guionistas, como característica en varios de sus filmes, una vez más representan contradicciones en sus personajes, además de crear un argumento que parece no ir hacia tierra firme (entiéndase como una virtud del filme).
Es así como no se obtiene una película sobre su personaje principal, al contrario, la actitud que profesa Lebowski está empañada en toda la película. Es esa la justificación de un argumento voraz que juega a nada, aun hablando de su época y frustradas versiones pasadas que quedaron estancadas.
Por último, cabe destacar la labor de los actores ofreciendo papeles a merced de la historia, así como la música y su estilo visual. También es necesario mencionar que una cinta como ésta, queda ante el espectador y su gusto; es decir, qué tan dispuesto está de aceptar lo que recibe de ella.

Calificación: 9 (Excelente)