Haz click aquí para copiar la URL
España España · Córdoba
Voto de joss:
10
Drama Suecia, mediados del siglo XIV. La Peste Negra asola Europa. Tras diez años de inútiles combates en las Cruzadas, el caballero sueco Antonius Blovk y su leal escudero regresan de Tierra Santa. Blovk es un hombre atormentado y lleno de dudas. En el camino se encuentra con la Muerte que lo reclama. Entonces él le propone jugar una partida de ajedrez, con la esperanza de obtener de Ella respuestas a las grandes cuestiones de la vida: la ... [+]
19 de julio de 2008
20 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sentado frente al mar, en algún lugar en la costa sueca, el Sr. Bergman contemplaba plácidamente las olas mientras atardecía. La luz era pajiza, desteñida. La luz del ocaso aparentaba ser absorbida por el mar: muy despacio, pero de manera irreversible, éste iba adoptando un color gris, plomizo, como de película muda.
Pese a ser Julio, el calor aquella tarde era inusualmente elevado, “esto es Suecia, diablos”, pensó el Sr. Bergman mientras se pasaba una mano por su frente empapada en sudor. Hacía tiempo que andaba algo alertado con los peculiares cambios de clima que estaban sucediendo en Europa.

En Fjärdingslöv se habla de grandes señales y portentos. Dos caballos se han devorado mutuamente. En los camposantos las tumbas se han abierto y sus restos se han esparcido por todo el lugar. Ayer por la tarde lucían cuatro soles en el firmamento.

Con sus 89 años, había contemplado más cosas de las que quería recordar, “siglo de señales y portentos el que nos ha tocado vivir”.
Quizás no era tan descabellado pensar que se acercaba el final. No había más que oír las noticias: huracanes en Alemania, inundaciones en Inglaterra, maremotos que asolan continentes… guerras mundiales…
“No, Ingmar, de nuevo te dejas transportar, no será tan hermoso, no seremos tan dignos de tener un Juicio Final. El mundo seguirá girando como entonces, y nada, nada importará, igual que siempre”.
El mar seguía golpeando suavemente contra las rocas. El cielo despedía haces de luz tenues que casi parecían no existir, casi parecían irreales, quizás como si estuvieran pintados en un inmenso telón de fondo.
Al Sr. Bergman se le ocurrió mirar a lo lejos en el camino de tierra que acababa en su casa, esto es, el lugar donde se encontraba justo en ese momento, y se fijó en que una figura humana venía andando hacia él desde la lejanía. En la primera impresión, la figura le pareció gratamente familiar. Según se le iba acercando rechazó aquella impresión y, finalmente, cuando estaba tan cerca que hasta sus ojos ancianos podían verla claramente, pudo reconocerla con total exactitud.

-¿Quién eres tú? – Preguntó Ingmar a pesar de todo-.

-La Muerte – Le respondió la figura, que ahora no era una figura, sino el cuerpo embozado y encapuchado de negro característico de la Parca.-

-¿Es que vienes a buscarme?

-Hace tiempo que te vengo siguiendo.

-Ya lo sé.

-¿Estás preparado?

Ingmar asintió con la cabeza, y no pudo evitar una sonrisa de satisfacción, e incluso se sorprendió a sí mismo cuando sintió que una lágrima emocionada le acariciaba el rostro.

El espíritu está pronto, pero la carne es débil.

-Acércate- le dijo Ingmar a la Muerte- para que pueda verte bien… eres justo como te había imaginado durante todos estos años, aunque pareces más anciano, ¿es que ni siquiera a ti te perdona el Tiempo?

La Muerte era pálida como los primeros copos del invierno, una palidez tal que parecía producto del maquillaje,...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
joss
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow