Pensaba que la segunda película de Fabián Bielinsky no le llegaría a la suela de los zapatos a la absorbente y sorprendente “Nueve reinas”, así que me he quedado gratamente sorprendido después de ver “El aura”.

Me da la sensación de que ha sido peor valorada que la otra en parte por carecer de esa sorpresa final que le da un vuelco a todo lo visto (y que uno inconscientemente espera por asociación con la otra peli), y en parte porque el protagonista absoluto (Ricardo Darín) tiene un personaje “rarito” con el que quizá no resulta fácil la identificación.
También es verdad que la parte central tiene algunas situaciones que pueden descolocar un pelín (aunque luego todo cuadra)

Pero dejando de lado estas cuestiones secundarias, “El aura” me parece una película excelente:
El clima de misterio y desasosiego está magníficamente conseguido gracias a esas localizaciones boscosas, y gracias al oficio de taxidermista del prota (ocupación tradicionalmente asociada a tipos raros)
No encontramos esa incontinencia verbal, tan típica de las pelis argentinas. Aquí los personajes hablan poco; y en cambio se nos ofrece muchísima información a base de imágenes (es una película mucho más visual que hablada)
Aunque no hay giro final, sí hay varias sorpresas nada tramposas que amenizan inteligentemente la intriga.
La factura es impecable; nada que ver con ese cierto desaliño formal que a menudo presenta el cine sudamericano.
Ricardo Darín está muy bien como bicho raro conocedor de la teoría del delito, pero nada experto en su práctica profesional, metido en una espiral de desesperanza, codicia y violencia que cada vez le supera más.
Y por último el mejor elogio: las más de dos horas que dura pasaron sin que me enterase, inmerso como estaba en el inquietante mundo de la peli.