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España España · Ferrol
Voto de Sahar:
7
Drama. Bélico Huyendo de la guerra civil que asola su país, Jan y Eva Rosenberg, dos músicos, se van a vivir a una isla, completamente apartados del mundo. Llevan una vida sencilla y apacible, preocupados únicamente por la música. Hasta que un día llegan unos soldados y todo cambia radicalmente. La pareja es arrestada bajo la acusación de colaborar con las fuerzas rebeldes. Al frente de la unidad militar que tiene la misión de defender la isla está ... [+]
6 de enero de 2008
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
En “La vergüenza” Bergman utiliza el contexto de una guerra indefinida (se supone que civil) para hablarnos de la desintegración de una pareja (decidida Liv Ullmann, asustadizo Max Von Sydow).

Dentro de ese contexto bélico, es la humillación lo que hace que todo dé un vuelco y se pudra: después de una humillación compartida ya nada puede ser igual, y eso lleva a la pareja protagonista a la degradación (entre ellos y hacia los demás).
Otros les hacen daño, y ellos pasan a hacerse daño entre sí, continuando con la guerra incluso cuando ha llegado la paz.

Viéndola me vino a la mente la conocida frase “Homo homini lupus” (“El hombre es un lobo para el hombre”), que en la película adquiere una perversa vuelta de tuerca, en el sentido de volverse feroz y agresor no sólo hacia cualquiera, sino incluso hacia quien se ama.

Ambos protagonistas son músicos, artistas de los que cabría esperar una mayor entereza y sensibilidad. Pero la música en ningún momento libera. Es más, la película carece de banda sonora: lo único que suena en los títulos de crédito es una emisora de radio enloquecida que cambia de canal sin orden ni concierto, introduciéndonos en el caos y la incertidumbre que aprisiona toda la película.

En esta línea, también se desprende que los artistas son unos cobardes, y que en absoluto su condición de artistas los convierte en mejores personas: son seres evasivos que prefieren aislarse de la cruda realidad y no saber lo que ocurre a su alrededor; seres que pueden mostrarse incapaces de matar a una gallina, pero capaces de matar a una persona amparándose en las oportunidades que una guerra ofrece para ello, y con el agravante de que incluso para eso necesitan un empujón (Bergman los muestra como miedosos incluso cuando tienen en bandeja ser lo crueles y vengativos que desean ser).

Más tarde ya desaparece ese temor (porque es más canguelo y aprensión que mala conciencia por dar rienda suelta al mal).

El dilatado final es una larga agonía en la que finalmente sólo cabe recurrir a la ensoñación y al olvido de la realidad para poder huir (siquiera artificialmente) de tanto terror.
Sahar
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