Al fin aparece otra peli de ciencia ficción importante. Con un guión original y casi redondo, plagado de detalles, que engloba la historia bajo una narración en clave de documental y con un hilo conductor sobrellevado a la perfección por un actor, al menos para mí desconocido (Sharito Copley) que nos embaucará sin paliativos a lo largo de su transformación durante la historia, pasando de mono de feria en primera instancia, para acabar convirtiéndose en nuestro héroe.
La ambientación y efectos está magníficamente conseguida, sin necesidad de un despliegue de medios y pasta desproporcionado, más bien todo lo contrario. La caracterización de los aliens es efectista, muy lograda y el meollo de la historia se va desgranando sin dar pasos en falso, ni siquiera a pesar de las abundantes escenas de acción, conformando con deleite y regocijo, un nítido ejemplo a seguir que deslumbra con luz propia, sin necesidad de un presupuesto multimillonario, abordado con actores desconocidos pero tan buenos o mejores que los que cobran brutalidades y siempre bajo la premisa de ajustar gasto pero sin embargo conseguir resultado.

Al final es lo de siempre. Un buen guión, una dirección inteligente y lujos los justos, necesarios y justificables para adornar y dar credibilidad a la idea. Resultado: Sana envidia.