Tiene 26 años y el tiempo no ha pasado en balde, le ha dejado en lo que realmente es: pura basura.
En su época pudo dar el pego, impactar, asombrar, y parecer lo que no es, pero hoy no llega ni a un softporno cutre de aficionados.
La producción contó con muchos recursos y pocas ideas. Quitando la escena de coches del final, los únicos tres minutos realmente interesantes, el resto no es más que una sucesión de ejercicios gimnásticos copulatorios adornados con una escenografía cursi y pretenciosa.
La dirección es tremendamente aburrida y, por mucho que lo intenta, con la fotografía o con la contemplación, las escenas de sexo son cargantes y repetitivas hasta la saciedad.
La historia, que es la base en la que se sustenta todo, trata de una banda de monos, descerebrados cuyo único objetivo es copular en cualquier momento, con cualquiera o cualquier cosa. En esto consiste toda la película. ¡Asombroso! Ya se pueden imaginar el nivel de los diálogos porque yo la he visto en japonés y sin subtítulos y me he enterado de todo perfectamente.
De los protagonistas para qué hablar. Los seres humanos llevan copulando desde hace millones de años y son interpretaciones que no requieren dotes especialmente dramáticas. En este caso, mucha gimnasia con posiciones imposibles y caras de miradas extasiadas. Ellas, por supuesto, tienen que enseñar tetas, culos, chuminos y similares; así se llevan todo el rato.
Resumiendo: basura con pretensiones trascendentes.