Una encantadora, elegante, dulce y tierna historia de amor; un "Rocky" de la mecanografía que te causará sensaciones virginales de la adolescencia ya olvidadas. Este relato francés, de impecable y magnífica presentación, con un background, una puesta en escena, vestuario y caracterización exquisitos es, sencillamente, un espléndido trabajo que te fascinará, te ilusionará y logrará que pases un placentero momento. Con la previsión de aquello que va a suceder -no aporta nada nuevo que no logres deslumbrar- eso no resta mérito a todo su trayecto, a la frescura, colorido y luz que desprende cada fotograma en su personalizar la época de los 50. Una Déborah François que se nos muestra como la Audrey Hepburn rubia del momento, un Romain Duris complemento ideal de la mencionada, una sencilla historia de verdaderos sentimientos frustrados, un guión fresco y bien evolucionado..., un conjunto de todo-un-poco que resulta clave para la aceptación, acierto y desenlace de tu actitud respecto la misma. No es un gran peliculón, cuenta con un argumento bastante socorrido y situaciones de cliché puro que no te van a sorprender pero, aún con todo, te va a gustar, se va a nutrir de tu inocencia emocional, de una alegría y descaro deliciosos, de grandes y agradables sensaciones, todo un deleite para esta comedia dramática basada en el fascinante mundo de las secretarias en un periodo de expansión de la mujer trabajadora. De gran energía, viveza e impetuosidad, sencillamente, descúbrele a tu ingenuo y sincero espíritu un alma afín!!!