No fiarse de ese 6,3 porque esta película es grande por muchos motivos, además de estar rodada, sí, con la premura marca Koreeda, pero también con una maestría que se advierte de manera singular en las últimas escenas.
Trata del entramado que significa "hacer justicia", quién juzga a quién, los motivos a veces de simples tanteos de fiscales, abogados y jueces, las dudas que siempre surgen y, sobre todo, el móvil. ¿Por qué se mata?
Si a eso se suma grandes interpretaciones, empezando con Kôji Yakusho, el acusado, y siguiendo por Masaharu Fukuyama, el abogado, se tendrán dos horas de disfrute de gran cine. Eso sí, que no se esperen acción movida, efectos especiales y planos espectaculares. Esto es una película sobre la muerte y sobre la justicia, sembrando dudas e incertidumbres. Lo que siempre se ha llamado un drama y no esa tontería de llamarlo thriller.