Arranca cual dramón difícil de digerir, que da una pereza que pa' qué, pero enseguida se dislumbra en los personajes cierto sentido del humor. La parte central tiene muy buen rítmo y se desarrolla ágilmente hacia un final previsible y algo simplón, pero que deja buen regusto. También es cierto que nada de lo que pasa resulta muy creíble, pero esto hasta le da cierto encanto a la historia.

Gracia Querejeta se posiciona tras la cámara sin querer darse mucha importancia y se la cede a sus actores, cosa que siempre se agracede. Como también se agracede que la historia no sea la de siempre y nos cuente las peripecias de esta gente que se gana la vida con el billar.

Maribel Verdú hace algún tiempo que empezó a gustarme, pero todavía no me gusta del todo, me da la impresión de que no sabe obviar que tiene una cámara delante y nunca resulta natural. Prefiero, sin duda a Blanca Portillo. Y también destaco el trabajo de Amparo Baró y de Raul Arévalo.

Y me quedan 2 dudas: ¿para qué piensa Amparo Baró que sirven los viejos? y ¿por qué Maribel Verdú no se corta cuando su amiga se dedica a romper cristales contra el suelo justo en el momento en que ella está descalza?