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España España · Barcelona
Voto de Quim Casals:
8
Romance. Comedia. Drama Segunda película de la serie "Comedias y Proverbios". Sabine es una joven de 25 años que tiene un "affaire" con Simon, un hombre casado. Cuando se da cuenta de que él nunca va a dejar a su esposa, impulsivamente decide que tiene que casarse. En una boda, su amiga Clarisse le presenta a Edmond, un joven abogado de su edad, y Sabine decide casarse con él. (FILMAFFINITY)
6 de julio de 2011
47 de 48 usuarios han encontrado esta crítica útil
"La rodilla de Claire" (de los "Seis cuentos morales"), "La buena boda" (de las "Comedias y proverbios") y "Cuento de otoño" (de los "Cuentos de las cuatro estaciones") son quizás mis favoritas de cada uno de los tres grandes ciclos rohmerianos.

No es en absoluto una casualidad que en este trío ostente un protagonismo Béatrice Romand —a quién vemos desde la adolescencia a la madurez—, una de mis "divinas feas" predilectas (con permiso de Charlotte Gainsbourg). Me ocurre con el cine de Rohmer, dónde lo único que vemos es a gente conversando mientras se tejen tramas livianas como el vuelo de una hoja, que me importan mucho los actores. No hablo de las aptitudes interpretativas (que siempre mantienen un nivel homogéneo, transmitiendo una gran naturalidad) sino del hecho más primario y emocional de sentirse a gusto observando unos rostros, unas voces, unos cuerpos concretos, y no otros.

También me importan los ambientes, los interiores, las ropas... La conversaciones ante el lago Annecy, por las calles empedradas del casco viejo de Le Mans o entre viñedos, no tendrían el mismo encanto en una moderna urbanización o en una multitudinaria avenida de París. Ninguna luz en su cine me proporciona tanta placidez como la acogedora de "La buena boda".

Y todo ello es independiente del grado de adhesión que a priori sea susceptible de provocar el carácter de cada personaje. En la vida real, sobre las líneas de una novela o en la pantalla con otra actriz, seguramente encontraría insufrible e irritante a Sabine, nuestra protagonista. Pero con los rasgos y gestos de Béatrice Romand, todo ese infantilismo, esa tozudez, esas reacciones imprevisibles, inmaduras y caprichosas, se impregnan de una gracia y una ternura que me llevan a una mirada cándida y cómplice. No me parece en absoluto que sea una arribista: su interés manifiesto por casarse con un hombre que la sitúe socialmente no deja de ser parte tópica de ese cuento de hadas de color de rosa que quiere construir.

Precisamente "¿Quién no hace castillos en el aire?" es el acertado epígrafe proverbial del episodio. Pocas veces en esta serie se hace tanto honor al genérico de "Comedias y proverbios". Hay mucha comedia: el propio punto partida de obstinarse en casarse antes de saber con quién ya es jocoso; abundan los diálogos hilarantes y las escenas que en su fondo no dejan de ser humillantes y patéticas para la protagonista, y que bien podrían trastocar el film en drama, se resuelven también en clave de comedia.

Y está el proverbio. Sabine sólo aprenderá a construir con cimientos sólidos a partir del reconocimiento de la alteridad, desde la aceptación que los demás no pueden ser sólo personajes que cumplan el papel predeterminado en su propia ensoñación.

Que lo consiga o no, ya escapa a la historia que hemos presenciado, y tampoco importa demasiado. El cine de Rohmer no está hecho para los personajes, sino para que nosotros, los espectadores, aprendamos un poco más de nosotros mismos.
Quim Casals
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