Mítico musical de los setenta, una época en la que el género empezaba a estar olvidado y se revitalizó precisamente con esta reivindicación del descaro y la provocación de sus numeros musicales. El escenario, Berlín. La época, la del nazismo incipiente. El argumento, un drama romántico entretenido. La estrella, Liza Minnelli, fantástica, esplendorosa y acompañada en los números musicales por un Joel Grey que, siendo americano, se trabajó un acento alemán muy convincente para convertirse en un impresionante maestro de ceremonias cuyo papel ha quedado para siempre asociado al cabaret en el imaginario colectivo cinéfilo.

La película no cuenta con demasiados números musicales para ser un musical, pero son todos muy buenos y se producen en el escenario del cabaret. La parte argumental se desarrolla paralela e independiente a ellos aunque algunos tienen cierta relación con la historia de Liza y Michael York, que viven una relación de amor bastante singular y divertida pese a su dramatismo. No falta tampoco la crítica hacia la pasividad con la que el pueblo alemán en general asistió al auge del nacionalsocialismo.

Ganó ocho estatuillas el mismo año que El Padrino, al que dejó con la miserable cifra de tres, quizá sea el único motivo para tenerla algo de manía, a la par que mucho 'respect'.