Había una vez un hombre al que la vejez alcanzó, viviendo en un pequeño pueblo de un gran país. Pasaba los días al margen de las convulsiones del ancho mundo en compañía de su hija, una niña con cuerpo de mujer, a la espera del día en que habría de fundirse con las estrellas a las que tanto le gustaba observar. Pero un día, desde lejos, una noticia le llegó, y le hizo recordar una cuenta pendiente. Así pues, se dispuso a realizar un largo viaje, una última aventura...Y no es un cuento, es "Una Historia Verdadera".


Película llena de sugerentes episodios, en la que su entrañable protagonista se convierte en el guía perfecto para revisar nuestra visión del mundo circundante y hacernos recordar que la experiencia sirve de poco si no se abraza una virtud tan importante como la humildad. Lynch se toma un descanso en el inframundo para regalarnos una historia poderosa y hermosa. Desde luego que si existe una película que inevitablemente me pone llorón, es esta. Su final no es un final, es una comunión con el Universo , la serenidad del espíritu , una noche que cae tras una dura pero finalmente exitosa jornada de trabajo,

Advertencia para navegantes: quién busque evasión rápida, ritmo frenético, o emociones ligeras; advertido queda, su prota es una anciano viajando sobre una cortadora de césped, la caratula no engaña.