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Voto de Helena:
9
7.9
132,468
Drama. Fantástico. Aventuras
William Bloom (Billy Crudup) no tiene muy buena relación con su padre (Albert Finney), pero tras enterarse de que padece una enfermedad terminal, regresa a su hogar para estar a su lado en sus últimos momentos. Una vez más, William se verá obligado a escucharlo mientras cuenta las interminables historias de su juventud. Pero, en esta ocasión, tratará de averiguar cosas que le permitan conocer mejor a su padre, aunque para ello tendrá ... [+]
18 de abril de 2023
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de mis películas favoritas de todos los tiempos es Big Fish. Creo que parte de esta estima se debe al género al que pertenece: el realismo mágico, un movimiento pictórico y literario surgido a inicios del siglo XX y que podemos encontrar también en obras cinematográficas.
El realismo mágico es sencillo pero memorable, ya que utiliza elementos mágicos en un mundo realista, dotándolo con un encanto muy característico y especial. Algunas de mis películas favoritas pertenecen a este género, como Amelie o Mi Vecino Totoro, las cuales también destacan por sus personajes entrañables y elementos sacados de un cuento de hadas. Big Fish bebe mucho de lo que ofrece este movimiento, es por eso que encontramos bastantes metáforas, colores vívidos, y sobre todo, personajes peculiares. De hecho, la mayor parte de la película es narrada, como si se nos estuviera contando una historia sacada de un cuento.
La película se estrenó en 2003, y fue dirigida por el destacado director Tim Burton, que a pesar de lo que cabría esperar de un director con una inclinación clara por una dirección más oscura y gótica, nos ofreció una película bastante luminosa y onírica. Del guión se encargó John August, un guionista que suele colaborar con Burton en sus filmes y que ha trabajado en obras como Los ángeles de Charlie, Parque Jurásico III, Charlie y la fábrica de chocolate, Iron Man o Frankenweenie.
Definitivamente es una película disfrutable para todos los públicos, tiene elementos divertidos y fantasiosos para atraer a los más pequeños pero una profundidad y un humor que puede encandilar a los más adultos. En definitiva: es un producto enternecedor y maduro de manera bastante equilibrada.
La trama de la película sigue la vida de Edward Bloom, cuyo hijo es William Bloom y no acaba de entablar una buena relación con su padre. A lo largo de su vida no logra conectar con su padre por las historias que este le cuenta a lo largo de su vida, las cuales son exageradas y percibidas como prácticamente imposibles. Incluso en el día de su boda el padre cuenta una de sus batallitas, hecho que lo hace enfadar considerablemente. La película nos muestra un mundo rico en imaginación, personajes pintorescos y lugares que parecen sacados de un cuento de hadas, que solo un niño podría imaginar.
Durante la película tienes la sensación de que estás viendo algo que podrías experimentar en un sueño, con elementos difusos, confusos y agobiantes, pero también mágicos, milagrosos y graciosos por su falta de realismo.
Definitivamente la recomiendo, es bastante bonita y juega muy bien con los elementos que tiene. Me recuerda un poco a Forrest Gump, en el sentido de que es una película bonita, con un protagonista soñador y perseverante, y que por lo general suele gustar.
El realismo mágico es sencillo pero memorable, ya que utiliza elementos mágicos en un mundo realista, dotándolo con un encanto muy característico y especial. Algunas de mis películas favoritas pertenecen a este género, como Amelie o Mi Vecino Totoro, las cuales también destacan por sus personajes entrañables y elementos sacados de un cuento de hadas. Big Fish bebe mucho de lo que ofrece este movimiento, es por eso que encontramos bastantes metáforas, colores vívidos, y sobre todo, personajes peculiares. De hecho, la mayor parte de la película es narrada, como si se nos estuviera contando una historia sacada de un cuento.
La película se estrenó en 2003, y fue dirigida por el destacado director Tim Burton, que a pesar de lo que cabría esperar de un director con una inclinación clara por una dirección más oscura y gótica, nos ofreció una película bastante luminosa y onírica. Del guión se encargó John August, un guionista que suele colaborar con Burton en sus filmes y que ha trabajado en obras como Los ángeles de Charlie, Parque Jurásico III, Charlie y la fábrica de chocolate, Iron Man o Frankenweenie.
Definitivamente es una película disfrutable para todos los públicos, tiene elementos divertidos y fantasiosos para atraer a los más pequeños pero una profundidad y un humor que puede encandilar a los más adultos. En definitiva: es un producto enternecedor y maduro de manera bastante equilibrada.
La trama de la película sigue la vida de Edward Bloom, cuyo hijo es William Bloom y no acaba de entablar una buena relación con su padre. A lo largo de su vida no logra conectar con su padre por las historias que este le cuenta a lo largo de su vida, las cuales son exageradas y percibidas como prácticamente imposibles. Incluso en el día de su boda el padre cuenta una de sus batallitas, hecho que lo hace enfadar considerablemente. La película nos muestra un mundo rico en imaginación, personajes pintorescos y lugares que parecen sacados de un cuento de hadas, que solo un niño podría imaginar.
Durante la película tienes la sensación de que estás viendo algo que podrías experimentar en un sueño, con elementos difusos, confusos y agobiantes, pero también mágicos, milagrosos y graciosos por su falta de realismo.
Definitivamente la recomiendo, es bastante bonita y juega muy bien con los elementos que tiene. Me recuerda un poco a Forrest Gump, en el sentido de que es una película bonita, con un protagonista soñador y perseverante, y que por lo general suele gustar.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Cuando William Bloom decide escuchar una vez más las historias de su padre el lecho de muerte y lo va a visitar a su casa todo cambia. Este tiene miedo de ver morir a su padre sin haber llegado a conocer la verdad detrás de sus historias, sin haberlo llegado a conocer de verdad. Y cuando le cuenta la historia de su vida, mezclando la realidad con la ficción como siempre hacía, en esta ocasión tiene un impacto distinto y lo entiende de una manera menos analítica, precisamente gracias al valor emocional que gana con la muerte del padre y con los acontecimientos increíbles que suceden al final de la obra.
La película tiene dos tramas: por un lado tenemos la principal, que sigue el momento actual en el que se narran los hechos. William Bloom es un adulto casado en espera de un hijo, en cambio Edward Bloom es un anciano enfermo y débil.
Por otro lado tenemos otra trama de gran peso, que es la que nos explica Edward al hablar de su vida, que avanza cronológicamente desde que es un niño hasta bien entrada su vida adulta. Cabe destacar las distintas relaciones que tiene a lo largo de la obra, por ejemplo su amigo Karl el gigante, Jenny la bruja, y la más icónica y bonita: la de su esposa Sandra Bloom. Sin duda alguna la escena en la que Edward ve a su futura esposa por primera vez es representado como un momento mágico, donde el tiempo se detiene por un instante (literalmente). Y de hecho, probablemente la escena más recordada y espectacular de la película es el momento en el que Edward plata un enorme campo de narcisos amarillos delante de la residencia de la chica, su flor favorita.
La película valora la importancia de la autenticidad y de vivir la vida a tu manera, porque al fin y al cabo vivimos la vida bajo nuestras experiencias y sensaciones, interpretándose de una manera única. La película quiere transmitirnos eso sin renunciar a la fantasía hiperbólica propia de un infante, que vive las experiencias a flor de piel y sueña con realizar viajes fantásticos acompañado de bichos raros entrañables.
De hecho, el final pone sobre la mesa la pregunta que tanto el espectador como el propio William se han hecho durante toda la película: ¿Acaso era real todo lo que Edward contó? Pues bien, en el funeral de este, vemos como los personajes que había nombrado a lo largo de la película asisten para despedirlo, siendo más bien una forma metafórica de representar las memorias e historias que tanta viveza ganaron cuando las contaba en vida. Mezcla el mundo real con el mundo “ficticio”, culminando con una fusión de ambos mundos.
Las personas podemos elegir cómo gestionar una memoria, de modo que al igual que hace Edward, podemos explicarlo de una forma que tal vez no se corresponda con la realidad, pero que sí tiene una cierta veracidad para nosotros. Incluso si nuestras historias incluyen elementos abstractos como trabajar en el circo de manera exhaustiva únicamente para obtener un poco de información sobre el amor de tu vida o el uso de máquinas para el crecimiento irregular de un adolescente, no dejan de ser metáforas sobre la importancia de la perseverancia, del amor, y de la inocencia. Son cosas que tal vez cuando se las cuentas a un niño no se cuestiona o ni siquiera indaga, porque la imaginación y la magia son elementos que van estrechamente relacionados y que tenemos especialmente presentes en nuestra infancia.
En definitiva, la película ofrece una mirada romántica hacia la vida. Apoya una visión positiva, perseverante, y que no pierde la ilusión ni la determinación a la hora de obrar a lo largo de toda una vida. Es tu típico cuento de hadas y fantasía pero llevado a la realidad y para todos los públicos, porque todos hemos vivido nuestras aventuras, nos hemos dejado llevar por la emoción, o hemos luchado por lo que más anhelamos. Personalmente, le pongo un 9 de 10; una obra perfecta para los soñadores como Edward.
La película tiene dos tramas: por un lado tenemos la principal, que sigue el momento actual en el que se narran los hechos. William Bloom es un adulto casado en espera de un hijo, en cambio Edward Bloom es un anciano enfermo y débil.
Por otro lado tenemos otra trama de gran peso, que es la que nos explica Edward al hablar de su vida, que avanza cronológicamente desde que es un niño hasta bien entrada su vida adulta. Cabe destacar las distintas relaciones que tiene a lo largo de la obra, por ejemplo su amigo Karl el gigante, Jenny la bruja, y la más icónica y bonita: la de su esposa Sandra Bloom. Sin duda alguna la escena en la que Edward ve a su futura esposa por primera vez es representado como un momento mágico, donde el tiempo se detiene por un instante (literalmente). Y de hecho, probablemente la escena más recordada y espectacular de la película es el momento en el que Edward plata un enorme campo de narcisos amarillos delante de la residencia de la chica, su flor favorita.
La película valora la importancia de la autenticidad y de vivir la vida a tu manera, porque al fin y al cabo vivimos la vida bajo nuestras experiencias y sensaciones, interpretándose de una manera única. La película quiere transmitirnos eso sin renunciar a la fantasía hiperbólica propia de un infante, que vive las experiencias a flor de piel y sueña con realizar viajes fantásticos acompañado de bichos raros entrañables.
De hecho, el final pone sobre la mesa la pregunta que tanto el espectador como el propio William se han hecho durante toda la película: ¿Acaso era real todo lo que Edward contó? Pues bien, en el funeral de este, vemos como los personajes que había nombrado a lo largo de la película asisten para despedirlo, siendo más bien una forma metafórica de representar las memorias e historias que tanta viveza ganaron cuando las contaba en vida. Mezcla el mundo real con el mundo “ficticio”, culminando con una fusión de ambos mundos.
Las personas podemos elegir cómo gestionar una memoria, de modo que al igual que hace Edward, podemos explicarlo de una forma que tal vez no se corresponda con la realidad, pero que sí tiene una cierta veracidad para nosotros. Incluso si nuestras historias incluyen elementos abstractos como trabajar en el circo de manera exhaustiva únicamente para obtener un poco de información sobre el amor de tu vida o el uso de máquinas para el crecimiento irregular de un adolescente, no dejan de ser metáforas sobre la importancia de la perseverancia, del amor, y de la inocencia. Son cosas que tal vez cuando se las cuentas a un niño no se cuestiona o ni siquiera indaga, porque la imaginación y la magia son elementos que van estrechamente relacionados y que tenemos especialmente presentes en nuestra infancia.
En definitiva, la película ofrece una mirada romántica hacia la vida. Apoya una visión positiva, perseverante, y que no pierde la ilusión ni la determinación a la hora de obrar a lo largo de toda una vida. Es tu típico cuento de hadas y fantasía pero llevado a la realidad y para todos los públicos, porque todos hemos vivido nuestras aventuras, nos hemos dejado llevar por la emoción, o hemos luchado por lo que más anhelamos. Personalmente, le pongo un 9 de 10; una obra perfecta para los soñadores como Edward.