Fantástica película. No digo nada nuevo, pero que bella es la sencillez de Truffaut...
La entrevista con la psicóloga es la escena donde se desvela la madurez real de un niño al que, parafreaseando a Quino, no le han dejado ejercer.
En estos días en los que se habla tanto del síndrome de Peter Pan de los niños de ahora, no sería mala idea la de hacer llegar a todas las escuelas un dvd que no fuera de Al Gore y que fuera de obligado visionado para los niños y especialmente para los padres.
Antoine, el hijo que cualquier buena madre querría tener, comete los errores que suele cometer todo niño al que, sin pedirle permiso, le han hecho madurar antes de tiempo. Creo que, como a Antoine, a los chicos de ahora que crecen sin la cercanía de sus padres, más empeñados en darle comodidades a sus hijos que en darle afecto, les ocurre que condenados a valerse por sí mismos y a madurar antes de tiempo, acaban por querer recuperar a destiempo una infancia que ya han perdido.
Antoine quiere llegar al mar por sí mismo, quiere hacerse mayor y emanciparse porque cree conocer ya los entresijos de la vida adulta, aunque sin edad suficiente para comprenderla y ponderarla. Logra llegar al mar, sí, pero sin que nadie haya reparado en explicarle que aunque bello es inabarcable y que está lleno de peligros. Al igual que hacerse adulto, el mar es el hallazgo de la libertdad, sí, pero de la libertad que a uno le 'obliga' a decidir sin tener la menor idea de cual es el rumbo a tomar en ella.
La libertad, que por definición es la posibilidad de elegir, entraña una responsabilidad a la que hacerle frente resulta una ardua tarea. Tener la opción de elegir implica tener la opción de elegir mal y eso, me temo, que a Antoine no se lo ha explicado nadie, ni se lo han hecho escribir 400 veces y que hasta que no reciba los 400 golpes (de ahí el 'error' de la traducción en mi opinión) no acabará de entender.