No reconocí el mundo de Bukowski por ningún lado en esta película. Su prosa seca, su poesía underground, su lírica de los derrotados, que es más bien el origen de lo que luego fue una tendencia en escritores como Palahniuk o Houellebecq: la sublimación del cinismo nihilista. Tendencia triunfadora en la cinematografía y en la cultura de este siglo.

Ferreri rueda una escena de sexo y nos mete una cita del libro con calzador, es casi una excusa para meter sexo en la cinta. En ese sentido, el mismo Tinto Brass lo hubiera hecho mejor, además de resultar más efectivo. Brass hubiera sido más cachondo y más erótico, más de ver la película con las manos debajo de la mesa.

Gazzara está mal, sobreactuado a veces y en otras ocasiones no parece un borracho "desesperado" que no lo es tanto, es más bien cínico, ese cinismo tan de artista emigrado a otra ciudad, tan de Henry Miller, casi buscando artificial y artísticamente el desarraigo para crear el terreno adecuado para que naciera esa poesía borracha y alucinada, the beat generation, esa poética del exceso, que como dijo Oscar Wilde, nunca es suficiente.

Repite esas escenas pero sin crear la atmósfera apropiada hasta el final, que si bien es su mejor momento, ya llegas entre agotado y decepcionado. Me gustó mucho más el enfoque de Barbet Schroeder en Barfly y Rourke está más sólido que Gazzara, que hace uno de sus peores trabajos.