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España España · Madrid
Voto de Jab:
5
Drama. Aventuras Takezo abandona su condición de samurai errante para vivir tranquila y humildemente con su amada Otsu, rechazando trabajar como maestro samurai para el líder del clan más poderoso del Japón. No obstante, Takezo accede a luchar con el joven y habilidoso guerrero Sasaki Kojiro. El combate final tendrá lugar en la isla Ganryu. (FILMAFFINITY)
26 de abril de 2019
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cierre de la trilogía de Samurái me parece la más floja de todas. Lo mejor que tenían las otras dos películas de Inagaki era el apartado artístico y técnico y en esta tercera entrega baja bastante el nivel del uso del color y la fotografía.

Hablando de argumento y diálogos también es la más floja de todas dejando paso a incontables y cansinas escenas pastelosas y a una Otsu que se pasa todo el metraje llorando y gimiendo. De nuevo las mujeres persiguen al gran Musashi, que ya no viaja solo y tiene hasta séquito y es un héroe allá por donde pasa, muy lejos de lo que realmente fue la vida de Miyamoto Musashi en su juventud. El personaje de Musashi que en realidad era un vagabundo al que nada le importaba su imagen y vivía al filo de la muerte cada día de su vida, un hombre al que no le gustaba el término samurái (pues significa el que sirve y él era un hombre libre), aquí luce como un samurái auténtico de imagen pulcra que viaja acompañado y le gusta la vida en familia. Y para colmo, se hace campesino y la mitad de la película sucede en una aldea al más puro estilo Los Siete Samuráis en versión cutre. Pero no sólo Musashi queda destruido pues Sasaki Kojiro también sufre la misma suerte, pero está construido más dignamente que un Musashi que aplaza el duelo un año para irse a plantar lechugas y encontrar el sentido de la vida. Los diálogos entre personajes tienen una profundidad del 0%, dando lugar a conversaciones insustanciales porque cada personaje tiene una personalidad estúpidamente marcada, a excepción de Akemi que es bipolar y bueno, Otsu es bipolar e idiota. Inagaki invierte mucho tiempo en nutrir a personajes secundarios que no aportan nada al personaje principal, sino que más bien le restan y obstaculizan.

Inagaki a exprimido su potencial hasta el máximo y ha dado todo lo que tenía, que es esto. Inagaki nunca fue un gran director, sólo un director correcto con algunas cintas mejores que otras. En Occidente lo normal es que hayamos empezado a ver este tipo de cine por el gran Kurosawa y claro, Kurosawa hay uno y no podemos exigirle al resto que sean iguales, peor tampoco podemos obviar una crítica lógica tan sólo porque consideremos cintas raras con poca difusión como obras de culto que realmente no lo son.

Conclusión: hay películas que son temporales, películas que no están rodadas sólo para complacer al público y la productora, películas arquetípicas de la época con todos los topicazos del momento.Y luego están las películas en las que a su autor le importa un pimiento la productora y hace lo que debe de hacer, que es arriesgar y expresar lo que siente como artista. Samurái es de las primeras, y se queda obsoleta porque una vez pasada la época, los clichés de los que vive quedan obsoletos y absurdos. En cambio, Los Siete Samuráis, Trono de Sangre, Yojimbo, Harakiri, o Samurai Rebellion entre otras, pertenecen al segundo grupo y es por eso que en su día no fueron lo suficientemente valoradas pero a día de hoy si son obras de culto, lejos de todos los clichés de la época. Samurái se va desinflando y es una buena película de aventuras, disfrutable sin ningún tipo de pretensiones, pero ni es épica, ni magistral ni mucho menos atemporal.
Jab
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