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3
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Comedia. Romance
Marcus es un triunfador que trabaja como ejecutivo de una empresa publicitaria, y que se acuesta con casi todas las mujeres que desea. Tras un cambio en la dirección de su compañía, su nuevo jefe resulta ser una mujer, Jacqueline, que le tratará exactamente del mismo modo que él empleaba con las mujeres. Traumatizado por esto, su rendimiento laboral decaerá gravemente. (FILMAFFINITY)
12 de julio de 2013
2 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Príncipe, de nada. Eddie Murphy como conquistador irresistible es de las últimas barbaridades que me quedaban por ver. Qué poquísima credibilidad.
Así, con este planteamiento, es difícil meterse en la historia, a la que encima le cuesta arrancar, e incluso simpatizar con los personajes, casi todos hombres que sueltan burradas por la boca. Empieza monótona y sin ninguna gracia, porque, insisto, presenciar cómo Murphy se hace el atractivo y presume de virilidad es, en sí mismo, motivo de llanto, ya que sólo se puede creer que las mujeres de esa realidad paralela que supone «El príncipe de las mujeres» son estúpidas. Además, su falta de respeto, delicadeza y discreción respecto al bello sexo impide que me ría de las aventurillas de Marcus, quien demuestra, y esto sí que es cierto, un método de conquista de manual.
En determinado punto, el argumento cobra más sentido y el protagonista sufrirá una inversión de roles que le servirá para comprender lo que necesita en su vida: amor y compromiso, evidentemente. Claro, que esto llega como de sopetón, sin mucho recorrido emocional ni crítico. El final es románticamente previsible, contiene cierto sentido del humor y ofrece un mínimo de entretenimiento.
Floja. No hace falta que la veas.
Así, con este planteamiento, es difícil meterse en la historia, a la que encima le cuesta arrancar, e incluso simpatizar con los personajes, casi todos hombres que sueltan burradas por la boca. Empieza monótona y sin ninguna gracia, porque, insisto, presenciar cómo Murphy se hace el atractivo y presume de virilidad es, en sí mismo, motivo de llanto, ya que sólo se puede creer que las mujeres de esa realidad paralela que supone «El príncipe de las mujeres» son estúpidas. Además, su falta de respeto, delicadeza y discreción respecto al bello sexo impide que me ría de las aventurillas de Marcus, quien demuestra, y esto sí que es cierto, un método de conquista de manual.
En determinado punto, el argumento cobra más sentido y el protagonista sufrirá una inversión de roles que le servirá para comprender lo que necesita en su vida: amor y compromiso, evidentemente. Claro, que esto llega como de sopetón, sin mucho recorrido emocional ni crítico. El final es románticamente previsible, contiene cierto sentido del humor y ofrece un mínimo de entretenimiento.
Floja. No hace falta que la veas.