Poco se puede decir de «The Game» sin desvelar la trama, pero lo intentaremos.

Thriller con moraleja moral, suponemos, pero en realidad esta historia se puede interpretar al revés: hay juegos que jamás deberían jugarse. El multimillonario y solitario Nicholas Van Orton recibe como regalo de cumpleaños de su hermano Conrad un curioso regalo: jugar a un juego. Claro, que no es el parchís, sino una especie de juego de rol a lo bestia. Muy bestia. Michael Douglas es el rico ingenuo y Sean Penn, que en diez minutos en la escena del restaurante nos da toda una lección interpretativa, es el hermano veleta. Salta a la vista que aquí hay un misterio.

Nicholas se ve envuelto en una serie de acontecimientos a cual más catastrófico y lo que más puede sorprendernos de este señor es que: uno, no se le ocurre detener el juego en ningún momento, tal y como le aseguran los organizadores que puede hacer; dos, no piensa que… SPOILER. En realidad la historia no es ambigua, creo que el guion apuesta por una interpretación clara que mantiene hasta el final. Por supuesto, debemos suspender el sentido de verisimilitud, porque te digo yo que llevar a cabo este plan sería imposible, no solo por los factores externos sino también por los internos del propio personaje.

«The Game» tiene un estilo de los noventa directo y sin aspavientos que resulta agradable. Entretenida.