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Voto de Marty Maher:
3
Thriller. Intriga Rachel (Emily Blunt) es una mujer devastada por su reciente divorcio que dedica cada mañana de camino a su trabajo a fantasear sobre la vida de una pareja aparentemente perfecta que vive en una casa por la que su tren pasa cada día. Pero una mañana Rachel es testigo desde la ventana del tren de un impactante suceso y se ve involucrada en el misterio que ella misma revela... Adaptación del best seller homónimo de Paula Hawkins. (FILMAFFINITY) [+]
25 de noviembre de 2016
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Conociendo perfectamente el tipo de público al que está dirigido el best-seller La chica del tren, es cuando menos sorprendente encontrar tantos detalles interesantes y posibilidades cinematográficas en su presuntamente fiel adaptación cinematográfica. Con elementos claramente hitchcockianos -eso sí, siempre argumentalmente-, como esas “rubias” y el posterior juego de dobles e identidades -en este caso relacionado con la realidad tergiversada de la protagonista-, Tate Taylor compone una película lastrada por su estructura y la planicie de su dirección, tan falta de personalidad como de talento. Pero, contra todo pronóstico, hay materia prima en esta cinta, lo que significa que también la habrá en su versión literaria.

Rachel (Emily Blunt) es una mujer que aún no ha podido superar su divorcio y que dedica su vida a viajar en tren y emborracharse. Mientras viaja en el ferrocarril cada mañana, fantasea sobre la vida de una pareja aparentemente perfecta a la que ve por la ventana, y que vive justo al lado de su antiguo hogar, ocupado ahora por su ex marido (Justin Theroux) y su nueva pareja (Rebecca Ferguson), a los que suele hacer visitas cuando se encuentra en estado de ebriedad. Con esos precedentes, Rachel se convierte en la principal sospechosa y causante de la desaparición y el posible asesinato de Megan (Haley Bennett), el objetivo de sus inquietudes voyeuristas cada mañana.

Bajo esta premisa no puede sino constituirse un continuo juego de manipulación -cuestión fundamental en la película, en forma y fondo- motivado por la subjetividad de la protagonista, cuyas borracheras le impiden recordar los sucesos acontecidos cada noche, siendo ese el motivo por el cual su marido quiso el divorcio. El problema de tan atractivo como recurrente punto de partida es que la narración únicamente lo aprovecha para engañar al espectador, jugándose todas sus cartas en el desarrollo de la trama, los incontables puntos de giro y las supuestamente sorpresivas revelaciones, lo que deja en un segundo plano la finalmente inexistente profundidad de sus a priori interesantes personajes. Un producto hecho por y para el morbo.

Al final todas las cosas interesantes de La chica del tren pueden resumirse en determinados apuntes, que quizá hubieran tenido mayor calado si el tono de la propuesta en su segunda parte hubiese sido más gamberro, desinhibido. Ya que decides obviar la profundización psicológica de los personajes, lo mínimo es tratar de adecuar la puesta en escena y las decisiones de dirección a un material que en determinados momentos parece ser arriesgado e incluso inteligente. Pero quizá no sea así. Quizá la subversión feminista del tramo final no tenga ningún otro objetivo más que seguir saciando la sed morbosa y voyeurista de lectores y/o espectadores.

Tate Taylor no ha sido capaz de otorgarle fuerza y empaque a esta adaptación, tan entretenida y vistosa como plana y errática cuando se propone jugar con el lenguaje cinematográfico, haciendo uso de subrayados musicales y visuales sin demasiado acierto. La insólita y fallida planificación de las escenas en las que acompañamos a Blunt ebria son un claro reflejo de lo que representa esta película, que, por otra parte, se mantiene lejos del desastre gracias a su más que competente reparto, encabezado por la actriz británica, que gracias a su talento consigue salvar un personaje abocado al ridículo total.
Marty Maher
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