"Secuestrados" se presenta en diversos planos secuencia como una de esas películas de la temporada que no hay que perderse, no en vano, su dirección posee la fuerza necesaria sin mediar demasiados golpes de efecto, y ante las cámaras, por fortuna, hay una competente plantilla de actores que logra transportar al respetable a esa tensa e incómoda situación. No en vano, la película de Miguel Ángel Vivas ya ha logrado algún premio por su buena labor tras las cámaras. Sin embargo, y como bien sabido es, películas como ésta donde realmente fracasan no suele ser en la administración de recursos para lograr que en el ambiente se palpe la tensión (que también), sino en una resolución de conflictos que, la mayoría de veces, se antoja disparatada e inverosímil, y aunque "Secuestrados" pueda parecer que contenga alguna de esas resoluciones, en realidad todo son ases en la manga que el cineasta español guarda habilidosamente y sabe usar con inteligencia.

Empleando pantallas partidas made in De Palma, además, Vivas logra con éste recurso tanto aciertos como desaciertos. En primer lugar, consigue fragmentar los espacios para que al espectador no se le escape ningún detalle y no se tope con sorpresas desagradables o malos trucos de guión, haciendo del conflicto algo reseñable ante lo que no perderse con facilidad, sin embargo, cuando decide emplear esa misma técnica para evitar el montaje paralelo (y así no tener que cortar los planos secuencia), el resultado es realmente fallido, pues la tensión no aparece en el marco y seguir la acción resulta más complicado de lo que debería.

Con sus aciertos y sus pequeños errores (tanto, que no resultan influyentes), "Secuestrados" consigue ser otra de esas pequeñas sorpresas que, sin hacer mucho ruido y con un ciudado inusitado en casi todas las facetas del film, termina atrapando al espectador y sorprendiendo con una conclusión final que, tras tantos años de género, por fin hace justicia a todas aquellas venganzas en las que olvidaron cuan cruda era la situación que retrataban y el último disparo no era más que otra obviedad.