Tras la infravalorada y genial "Superbad", Mottola suma y sigue con otra comedia romántica que tiene más de romance que de comedia, pero que tampoco desdeña un sentido del humor que le viene a la perfección para darle un tono no tan severo a "Adventureland".

Mottola traza, desde buen comienzo, una línea recta que nos indica hacía donde se dirigirá su nuevo trabajo, no hay vueltas de tuerca ni se juega al despiste, el romance es desvelado bien pronto, y todos los personajes que tendrán más peso saltan a la palestra enseguida, mostrando así todas las cartas y haciendo que, pese a conocer el transcurso del film sin demasiada dificultad, el espectador pueda empezar a coger apego por esos protagonistas que tan pronto desvelan sus intenciones como el carácter que les corresponde, y que hace de los recovecos que componen "Adventureland" un lugar idoneo en el que distraerse durante el tiempo que dura susodicha cinta.

La elección de actores, empezando por una Kristen Stewart atrevida, que nos desvela múltiples aspectos de su personaje en apenas diez minutos, o Jesse Eisenberg que, con un personaje al que podríamos identificar rápidamente como el típico pardillo, sabe sacarle jugo para que no sea ni tan típico ni tan pardillo y sorprenda con simpáticas muestras de su perspicacia a lo largo del film, logran además, que el film de Mottola funcione a la perfección donde tantos otros fracasan: en la construcción de unos personajes que, si bien no poseen nada novedoso, se mueven como pez en el agua y logran que unas personalidades como las presentadas -ya conocidas- sean lo más frescas posibles.

Siguiendo un transcurso sin atavíos, donde las gotas de humor van surgiendo en el momento idoneo y se juega cada situación sin forzar el relato, "Adventureland" se erige como un magnífico entretenimiento que cautiva y divierte a partes iguales, consiguiendo que ni un curso desvelado por una historia ya conocida pueda lastrar las virtudes que hacen de éste, sin lugar a dudas, uno de los films románticos de la temporada. De esos donde perderse durante horas no supone un problema, olvidando así el aburrimiento veraniego, y deseando que algún día un verano así se presente ante uno mismo... y si es con romance, mejor que mejor.