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Argentina Argentina · Buenos Aires
Voto de LaRubia:
10
Drama En un pequeño pueblo de Castilla, en plena postguerra a mediados de los años cuarenta, Isabel y Ana, dos hermanas de ocho y seis años respectivamente, ven un domingo la película "El Doctor Frankenstein". A la pequeña la visión del film le causa tal impresión que no deja de hacer preguntas a su hermana mayor, que le asegura que el monstruo está vivo y se oculta cerca del pueblo. (FILMAFFINITY)
2 de abril de 2011
17 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las mayores caricias que he recibido en la vida fueron los casi 100 min de la película de Erice. Voy a resumirlo con una anécdota. Fui sola al cine (como prefiero, en general), en la calle Corrientes, de Buenos Aires. Cuando salí me detuve a leer todas las críticas de los diarios reproducidas en las puertas... No me podía ir. Y mientras leía, lloraba; y tuve que demorar bastante en la vereda antes de ir por una buena pizza de muzzarela, porque las lágrimas no cesaban y me daba vergüenza entrar a un lugar público con los ojos hinchados y rojos. Sobre todo porque lo intransmisible era explicar que las lágrimas eran DE PURA FELICIDAD. Eran la emoción de que uno mismo había estado en la pantalla; o de que los seres que hablaban desde la pantalla eran los mismos misterios, inquietudes, fantasías, alegrías, ilusiones y desilusiones que habían habitado durante los algo más de 20 años (para aquellos tiempos) de mi vida.
Lamento sinceramente que Boss o Corleone no hayan encontrado el espacio para disfrutarla. No creo que sus vidas estén ajenas a esta película. ¿Quién -que tenga hermanos- no ha dialogado bajito durante la noche, para que los padres no nos reprendan? ¿Quién -que tenga una hermana/o mayor- no ha sido "víctima" del ejercicio, casi sádico, de su "superioridad", y también beneficiario de su "adelantada sabiduría" (que, a veces, nos destrozaba ilusiones, anticipándonos la inexistencia de los Reyes Magos, o encantándonos con los misterios de los primeros amores contrariados?
Lejos de aburrir, la película tiene el tono íntimo de nuestros diálogos antes de dormir, con la luz apagada, para que los adultos no nos “descubran” y, sobre todo, no se enteren de nuestros verdaderos pensamientos. Porque en esos años tenemos la certeza intuitiva -irrefutable y verdadera- de que no van a entendernos. Y ESO SÍ ES REAL.
Esa realidad nos muestra la película, más allá de las circunstancias históricas coyunturales de la España a la que alude. Muy emparentada con la Argentina de aquellos años, inmersa en la violencia desatada por el terrorismo de Estado, que luego se transformó en dictadura militar... Por lo tanto, los secretos y los diálogos "bajitos" eran una realidad necesaria.
La película trasciende cualquier coyuntura, SE UNIVERSALIZA. Es el misterio de la infancia, con su inexorable enfrentamiento con el monstruo de los adultos que, desde pequeños, nos inducen a aceptar, someternos y mimetizarnos con los valores consagrados por la sociedad en que vivimos.
¿Y quién, de niño, no ha buscado un "monstruo" que lo defienda de ese sometimiento, de esa integración social depredadora de todo sueño…?
Eso transmite la inigualable Ana Torrent de la mano de Erice, así como lo haría en la excelente "Cría cuervos" de Saura dos años después.
Una última reflexión para Boss y Corleone: la película queda como "sin final"... Y es así, PORQUE LA VIDA SIGUE.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
LaRubia
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