Romanticismo chino. Muy Doctor Zhivago y muy Sergio Leone, hasta muy Nikita Mikhalkov, ¿de Siberia el barbero? Muy barroco. Dibujos animados, (no) anime. Kill Bill.
Audiovisualmente es muy hermosa, pero le sobra, tanto arabesco, vuelta y revuelta que ahoga la historia de preciosismo de envoltorio, de celofán y tentetieso.
Ella es bellísima, una locura, y su parternaire es el adecuado, tampoco está nada mal, la trama o contexto (nos) vale, de acuerdo, pero sobran giros de guion, agentes doble y triples, encontronazos en el bosque, morrocotudas sorpresas, cacerías finas, guerras, guerrillas, delirios, estropicios preciosos, la misma historia aligerada de tanto abalorio, parece de navidad un árbol, adelgazada en todos los aspectos, tanto en la forma, enfática, kitsch oriental, camp sideral, como en el recargado fondo o guion revoltoso, una línea más clara en todos los ámbitos o sentidos, más ascética y esencial y ganaría mucho, nadie es perfecto, ni siquiera este maestro primoroso.
Casi que te quieres emocionar todo el (a cada) rato, pero no te lo ponen fácil ni nada cómodo, no te dejan los cabrones con tanta farfolla o protuberancia, de bolillos encaje, con tanto salto volatinero y lluvia de flechas, navajas, los navajeros, sin motor vuelos, bambúes, volteretas, requiebros, puñaladas traperas, dobles tirabuzones, saltos mortales etcétera.
Tú eres más del amor, de mazapán corazón, menos de la guerra, horchata en las venas. Una pena. Deliciosa.