Sarcasmo. Lo mejor es el acento del asceta. Es el que le da sentido real a la obra, parece que rapea. Le ponen una base detrás (la tamborrada de Calanda) y la parte, lo cierra, (lo) crea.
Es una metáfora. De una paranoia.
Hoy se diría que tiene un trastorno de personalidad autista solipsista múltiple esquizofrénica obsesiva compulsiva y que hay que medicarle como si no hubiera un mañana, a tumba abierta, bajarle de la nube la columna o estatua, los humos, socializarle, a la fuerza, enseñarle (en) valores, ayudarle a compartir/colaborar, educarle, conseguir que sepa distinguir (entre) los distintos y muy variados tipos de desechos, cuáles son orgánicos o no tanto sin embargo o por si caso, obligarle (seducirle mucho mejor) a que tire cada cosa en su contenedor correspondiente, que no mezcle, el vino con la cocacola, biodegradable, hacerle partícipe de las últimos acontecimientos de la más alta importancia de la rabiosa actualidad para que a ser tan posible los comente en sus redes sociales adecuadamente sin ofender a nadie, tratar por todos los medios de que evite utilizar (o rebajar si eso) ese lenguaje ofensivo en el que incurre constantemente su discurso dogmático, delito de odio, que no sea intolerante, que respete (a) las demás creencias o religiones, a las minorías o víctimas, a todos los colectivos o entidades, habría que darle cursos (gratis obviamente) para que aprendiera las nuevas perspectivas enjundiosas refrescantes. Ardua tarea. Ímproba. Hercúlea. Titánica. Mastodóntica. Pantagruélica. Armagedónica. Equinoccial. Apocalíptica. Apostólica. Monstruosa. Su paz y nuestra guerra.