La casa del follón, o quítate tú pa ponerme yo. Y es que ya se sabe que el que manda, manda y reparte y se lleva la mejor parte. La historia es perenne y consustancial al ser humano. G. R. R. Martín tomó el modelo de la guerra civil inglesa acaecida en 1135 a la muerte de Enrique I que también eligió a su hija Matilda como heredera pero luego en el lecho de muerte cambió de opinión (o eso decían) a favor de Esteban, primo de Matilda.

El final de GoT dejó un sabor agridulce y la expectativa era mucha. El espíritu se conserva aunque el tono haya variado con menos sexo y violencia. Intrigas de palacio 173 años antes del nacimiento de Daenerys Targarian, luchas de poder de la casa de sus tatarabuelos cuya principal baza es la notable elección del reparto y unas direcciones muy cuidadas, encuadres sobresalientes y ritmo notable en cada episodio que acaba por engancharnos. Merece verse en pantalla grande.

Es cierto que el salto temporal de diez años que se produce a mitad de la serie nos deja algo descolocados y ofrece desajustes en el carácter de dos de sus personajes principales, pero el barco no pierde el rumbo y la proa apunta a una segunda temporada donde se presupone rodaran cabezas.

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