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Estados Unidos Estados Unidos · Bon Temps (Louisiana)
Voto de RandolphCarter:
5
Terror A Nueva York llega un barco sin rumbo, cuando llega la policía descubren que en el interior del barco se alberga un zombie. A partir de ese momento la hija del dueño del barco, con la ayuda de un periodista, buscará a su padre que se encuentra en una isla plagada de zombies sedientos de carne... (FILMAFFINITY)
22 de noviembre de 2010
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las más divertidas películas de zombies que uno se pueda echar a la cara es esta secuela morosa del clásico gore de Romero, que resulta ser una de las más entretenidas y dinámicas de Fulci y del subgénero de los muertos vivientes en general. Aquí éstos se nos revelan como unos putrefactos asesinos, de aspecto costroso y agusanado, andares lentunos y gemidos proclives al mal rollo, que se las traen en su afición a las muertes truculentas y su indiscriminado apetito voraz por la carne humana.

Un bote aparentemente vacío llega a la costa de Nueva York. Lógicamente las apariencias engañan y su bodega esconde un ser sobrenatural de tendencias antropofágicas con especial gusto por los cuellos ajenos, que tras atacar a un policía, acaba desapareciendo en la profundidad de las aguas. La hija del propietario del barco, junto a un periodista interesado en el caso, se propone ir a la isla donde fue visto su padre por última vez para esclarecer el caso. Lo que sigue es un festival gore con el sello particular del director: órbitas oculares defenestradas, festines de vísceras al aire, proliferación de gusanitos en la cara, actores unidimensionales que sólo saben gritar o quedarse paralizados de terror y un guión de juzgado de guardia.

No dejarse engañar por el título inglés y su póster, que de la gran manzana vemos tan sólo unos minutillos y de refilón; el grueso de la acción acontece en una isla caribeña repleta de monstruos indígenas, selva playera y golpeteos de tambores vudú, que le dan un toque exótico muy resultón. Esto, unido a que casi todo el metraje hasta la parte final, acontece en pleno día, le da al film una estética y sensaciones inusuales al género, alejándose de ambientaciones góticas o tenebristas.

Escenas para la posteridad hay unas cuantas; aparte de la habitual e imitadísima grimosa secuencia del ojo y la astilla, yo me quedo con el delirante combate acuático -zombie con algas vs. tiburón blanco- y el asedio final en la cabaña, que don Lucio filmando clímax terroríficos era único en su especie. Recomendada para mentes enfermas con gusto por la acción casposa e insalubre.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
RandolphCarter
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