De toda la saga de Ilsa, ésta es la mejor, con diferencia. La que tiene mejor fotografía, la que tiene realmente momentos sesuales y eróticos, la que narra una historia coherente de principio a fin, perfectamente montada, y con un argumento fresco y moderno. Tan moderno, que Amenábar triunfó dos décadas después con una idea similar. Tan moderna, que muchos diálogos son en spanglish, ahí, sin complejos. Y la impresión que me da es que debió ser más barata que cualquiera de las anteriores, pues está rodada prácticamente en un único edificio.

Y todo se debe a la magia de tito Jess, nuestro pícaro Jesús Franco, que no perdía oportunidad para colar sus películas de serie B como secuelas de sagas de éxito. He visto muchas de tito Jess, y aunque han perdido mucho con el tiempo, para su época eran realmente magníficas (las de los 70 y los 80. Luego no supo adaptarse a los nuevos tiempos). Es una pena que no haya tenido más reconocimiento.

Hay, además, un elemento que distingue a esta película de las otras tres: aquí no hay justificación para la violencia. No se ejercita por castigo, si no simplemente por placer. Y no sólo es castigo físico, si no también psicológico, como la escena en los aseos. Tito Jess, una vez más, demuestra ir un paso por delante de los demás.

Me alegro de haber visto la saga en orden cronológico, porque si las otras me parecieron malas en su día, tras ver esta me hubiesen parecido infumables.