Qué poquitas objeciones se le pueden poner a esta película... Todo son aciertos en esta adaptación de la novela y el posterior musical de Broadway situado en el Berlin de entreguerras, pero si he de escoger me quedo con la labor de Bob Fosse, que no falla un solo plano, con una Minelli arrolladora y con unos números musicales asombrosamente frescos y que, no lo olvidemos, sólo cuentan con los medios y el espacio que pudiera tener un cabaret real. Incluso Michael York, actor bastante anodino, está perfecto como el ingenuo intelectual inglés que interpreta. También me parece notable como se integra el microcosmos que en el fondo es el Kit Kat Club, con sus moradores y su ritmo, con el Berlin que se precipita hacia el abismo del nazismo y que nos es desvelado, con maestría, a través de cuatro detalles de producción; la fotografía suavizada, casi onírica, contrasta perfectamente con la tormenta que se avecina. En definitiva, clásico merecido y de obligada visión incluso para aquellos que no gustan del musical.