La idea del All-star es un caballo ganador: un combinado de grandes figuras colaborando por un objetivo común siempre genera excitación por ver si la suma de los factores supera a los individuos... o no. Hay veces que esto sale relativamente bien, como en el caso de los Vengadores, pero al final todos sabemos que en cine el carisma tiene un límite, y es donde debe entrar el propio cine. Aunque a destiempo, juntar a Sylvester y a Arnold tenía su morbo, pero el problema no es la merma física, ni el botox, sino que simplemente nadie ha querido hacerles una película digna. El argumento consigue intrigarnos durante media hora, a pesar de ser tópico a más no poder, pero en un momento dado nos salimos del apacible sendero del género carcelario para perdernos en un sindios que mezcla (mal) la distopía, la comedia chusca y un batiburrillo de ideas que ya vimos y que desearíamos no haber recordado. ¿Quieres un alcaide pérfido?: Jimmy Caviezel no vacilará en hundirse en el fango del ridículo para dártelo. ¿Falta una trama de fugas más allá de lo irracional?: espero que traiga una bolsa grande. Todo resulta increíble, forzado y sobre todo, muy mal rodado por este nórdico de nombre impronunciable. En definitiva, a pesar de que ambos ponen muchas ganas y mucho sentido del humor, el teatrillo se hunde sin remedio,.