Cerrar 2019 e invertirle tiempo a 25 episodios de "El Club" para toparte con un producto con demasiadas torpezas, te coloca en la disyuntiva de continuar o pasar del título y darte a la tarea de encontrar en el catálogo de Netflix otro de mejor argumento y desarrollo, que no renquee demasiado.

Pablo (Speitzer), Sofía (West) y Matías (Caballero) son una tercia de yuppies que buscan la independencia familiar. Para ello buscan hacerlo como emprendedores a través de la implementación de una app destinada al comercio de citas para solteros —al estilo de Tynder. Sin mucho impetú por este nuevo negocio, Pablo y Matías (inicialmente) serán acarreados hacia el fracaso de forma instantánea y los acercará de manera incidental a Jonás (Arenas), un DJ que también se dedica a la venta y distribución de drogas al menudeo. Al ver el frenesí desatado por el consumo de éstas en un evento, Pablo y Matías se replantearán el giro de su aplicación y aprovecharán la pantalla que les brinda "Meet" para llevar a cabo sus nuevos fines, ser ellos los proveedores de droga dentro de su círculo social.

Sin pensar demasiado, involucran a más gente en el organigrama estructural de la empresa; recurren al personal del servicio doméstico (Ramírez) para hacer de las entregas algo rápido y discreto. Sin embargo, todo se complicará cuando en la escena aparezca el Monkey (Ríos), un narcotraficante, que les dificultará por completo su objetivo y deslinde del negocio, al sentir invadido su territorio y encontrar en ellos ese camuflaje perfecto ideal para la distribución en un mercado más solvente.

En el transcurrir de cada episodio vemos una historia juvenil plagada de errores de lógica y cuestionamientos hacia quien escribe y dirige. Involuntariamente el proyecto evidencia a su mente "maestra", quien se ha metido en camisa de once varas al llevar a cabo una trama de larga duración, donde sus deslices son tan notorios que le pasan la factura con una nota de regular —por no llamar mediocre— al proyecto.

Argos Comunicación hoy se queda en el camino y deja ver claramente el nepotismo evidente al interior de la casa productora al delegarle a una novata la tarea de entregar un trabajo que proyecte la calidad necesaria y que siempre les ha caracterizado, para una plataforma internacional donde los títulos disponibles cuentan con estándares muy superiores a los aquí pretendidos.