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España España · MADRID
Voto de Spark:
4
Drama Al enterarse de que su padre ha caído enfermo, Ángela (Maribel Verdú) y su hijo Guille van a verlo a la ciudad. Cuando llegan, Charo (Blanca Portillo), la amante de Leo, pone a Ángela al corriente de la situación ruinosa que atraviesa el negocio de su padre: un local en el que se alinean siete mesas de billar. Ángela decide entonces intentar sacarlo a flote. (FILMAFFINITY)
15 de junio de 2013
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Drama excesivamente suave y reposado sobre una mujer llamada Ángela (Maribel Verdú) que trata de reflotar el ruinoso negocio de su difunto padre: un salón de billares cargado de antihéroes al estilo de "Cheers" pero en sobrio.

La buena noticia de "Siete mesas de billar francés" es que se percibe en todo momento como un relato cargado de honestidad y sensatez (con historias humanas y cabales, sin personajes que sean unidimensionales, poco creíbles o infantiloides)... y que se reserva interpretaciones correctas (Verdú, Villén, Barea) o realmente buenas (casos de Blanca Portillo y Amparo Baró). La mala noticia de la cinta... es todo lo demás.

Si bien su guión resulta maduro, fracasa a la hora de conseguir mantener el interés del espectador. Su premisa es tan endeble como su desarrollo (observar durante 2 horas como se llevan de bien y de mal los antiguos colegas de un billar, que están continuamente rondando en círculos sus mismas neuras, sin que sus situaciones consigan generar algún tipo de impacto o conmoción cautivadores que espabilen a la audiencia).

Puedo observar como Querejeta toca (sino roza) los mismos esquemas argumentales de la única película suya que había visto antes y hace poquito, "Héctor" (que admito me gustó un pelín más que ésta): reencuentros y relaciones de familia disfuncional (amigos incluídos), y un camino por recorrer por ellos de superación de diferencias... para llegar en unión a un objetivo común. Querejeta viene así a contarnos lo mismo de siempre (que es poco. Ya que incluso el día a día de la realidad se hace más potente e interesante que la ficción que aquí se nos ofrece) y de la misma manera de siempre (que es correcta pero para nada destacable). Recuerdo que "Héctor" también era de desarrollo argumental suave y diluído, y "Siete mesas de billar francés" también... pero es quizás todavía más alongada y con un libreto ligeramente inferior (afortunadamente no es que sea un guión idiota, pero hay alguna que otra incoherencia en sus situaciones que nos alejan de la historia. Por ejemplo: ¿realmente era necesario que sus protagonistas nos repitieran una y otra vez en los diálogos sus conflictos (que acaban en lo nimio) que ya habíamos intuído en el primer tercio del film? el espectador no es tan tonto y lo mascadito se hace innecesario y hasta fastidioso y redundante) donde la trama apenas avanza y no aporta un acrecentamiento impresionante.

La cosa quizás se hubiera elevado un pelín si su estilo narrativo hubiera aportado algo de chispa (en el cine es tan importante el fondo como la forma (que también es un ARTE con mayúsculas. Y en este largometraje (donde su fondo no acaba siendo nada del otro mundo) ofrecer un lirismo narrativo, más que una opción, se siente como una obligación), pero aquí no nos encontramos con un Danny Boyle en sus inicios o alguien que cargue el relato de artística imaginación. Querejeta narra con corrección con planos limpios (donde predominan los planos cerrados)... y ya.

En fin, hay un pequeño puñado de momentos curiosos (que nunca memorables) que espabilan de vez en cuando al espectador (los momentos que sostienen el metraje son sobre todo los de humor... a destacar todos los protagonizados por una intensa y peculiar Blanca Portillo y una cómplice Amparo Baró. Ambas tienen los momentos y personajes más jugosos y están brillantes. Admito que Verdú como protagonista no logra atraparme. Está correcta en su gélido y "soseras" personaje, pero lo trata desde la distancia y sin excesivo carisma) pero son tan pocos esos momentos en sus 2 horas, que resultan insuficientes para elevar un conjunto que acaba en lo tolerable... a veces (porque de tan pesarosa y desaborida, "Siete mesas de billar francés" incluso tiene puntos de hartazgo donde dan ganas de darle al fast-forward).

La audiencia en el cine lo busca todo: reflexión (no por ello algo pretencioso) y espectáculo (no por ello algo grandilocuente) a la vez, y "Siete mesas de billar francés" flojea demasiado en ambas cosas (hay un momento en el que la protagonista afirma que quiere diferenciar su billar de unos "juegos recreativos de mie---". Parece una extrapolación respecto a lo que es el film: Se consigue una diferencia (para peor) respecto a esos recreativos donde el juego es el mismo... y donde además la ambientación se valora con la importancia que se merece, ofreciendo un magnetismo imposible de ignorar que aquí no se da), aunque al menos se puede soportar por momentos y no es tan asqueante como la media del cine nacional (y eso ya es bastante a su favor), pero apenas dice demasiado y deja con la misma sensación que antes de verse.

Lo mejor: Algunos momentos de humor...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Spark
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