En esta película no sabes dónde te estás metiendo hasta que ya es demasiado tarde. El director te sumerge tan paulatinamente en ese submundo de la televisión y las cintas de video, y cuando te da por pestañear te das cuenta que llevas más de una hora y veinte minutos pegado a una pantalla (sea del tipo que sea).
La estética que nos presenta es la de un tiempo dominado por las televisiones y las cintas VHS (¿Qué habrá sido de ellas?).La violencia como elemento recurrente y ya sea dentro de una caja, o de manera más explícita.
La “alta tecnología” que es usada no consigue hacer sombra a los teléfonos que tanto bien parecen que hacen a la sociedad actual. Esa misma sociedad que tan sumisamente se planta delante de un televisor a visionar aquello que unas personas deciden poner a la hora que sea. Sin importar el contenido que tenga.
Así es la sociedad del consumismo actual. Consumimos televisión, y nos da igual lo que sea, mientras no tengamos que pensar en nada.
Tan solo nos levantaremos en la publicidad para ir a la cocina, o en caso de extrema urgencia, al baño. Pero todo será deprisa, corriendo y mal.