Haz click aquí para copiar la URL
España España · Cáceres
Voto de oriundo:
Drama Verano de 1936, inicios de la Guerra Civil española. La película narra el martirio de 51 miembros de la Comunidad Claretiana de Barbastro (Huesca), deteniéndose en el aspecto humano y religioso de las personas que participaron en este hecho histórico y resaltando la dimensión universal del triunfo del amor sobre la muerte. (FILMAFFINITY)
10 de noviembre de 2013
15 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Un Dios prohibido” cuenta una historia trágica, incómoda de presentar porque va a “contracorriente” (como el nombre de la productora). Lo hace con realismo, sin morbo. Aunque el episodio muchos lo encasillan en “muertos de la Guerra Civil” no lo fueron: se producen en Agosto de 1936 en Barbastro (Huesca), cuando la Guerra Civil no había llegado a la zona.

Los 51 Claretianos de Barbastro (9 religiosos, 42 estudiantes), sufrieron malos tratos y el Obispo del lugar, Florentino Asensio Barroso, fue salvajemente torturado, lo cual no se detalla en la película. Pablo Moreno, nuevo en largometrajes, se atreve a dirigir el relato, cargando las tintas en la inocencia, bondad y perdón ofrecido por las víctimas: reconciliación, no odio.

Los crímenes de Barbastro ocurrieron instigados por la jerarquía política. Hubo un plan de exterminio de los sacerdotes, simplemente por serlo: igual que a los Claretianos, al Obispo y a “El Pelé” (viudo asesinado por no renunciar a su rosario) les ocurrió a 116 de de los 140 sacerdotes diocesanos. Uno de ellos, José Santos, fue sometido a un simulacro de juicio; hubo declaraciones de feligreses, todas a su favor. A pesar de ello, lo condenaron y lo mataron.

Dura 133 minutos y le pueden sobrar algunos pero podría defenderse que no son suficientes para desarrollar una tragedia de tal envergadura. Hay escenas impactantes: la inicial en que uno de los seminaristas vaticina la suerte que van a correr; la Trini intentando desesperadamente que uno de los seminaristas se fije en ella para más tarde entregarle un crucifijo cuando lo sacan para matarlo. Falta algo de de ritmo y viveza interpretativa en algunas escenas. Nada extraño si tenemos en cuenta el buen número de intérpretes sin experiencia previa en estas lides, director incluído. Varios de los seminaristas lo son en la realidad y otros, elegidos por casting, no eran creyentes, con lo que tiene doble mérito su esfuerzo. Balance global de la interpretación: positivo y, en algunos casos, brillante. Técnicamente la falta de apoyos externos al proyecto se deja sentir, sin llegar a empañar su gran mensaje. La iluminación resulta justa y el sonido subóptimo en algunas escenas exteriores.

En resumen, resultado cinematográfico muy digno para una historia que pedía ser contada, muchos no la querrían realizar. Interesa por sí misma y da qué pensar sobre lo que los humanos llevamos dentro, tanto de constructivo como de destructivo. Hasta la Trini, quizá en un añadido del guión, se admira de que alguien pueda renunciar a su vida por un Dios que se quiso prohibir entonces, así como todavía hay persecución hoy en tantos lugares, España incluída. Alguien ha dicho que el hombre es grande porque puede entrar a morir en una cámara de gas invocando a Dios. “Un Dios prohibido”, aun con alguna limitación, sale airosa de la difícil prueba de intentar reflejar fielmente esa grandeza.
oriundo
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow