"Mandy" es una película con un tema muy trillado (una violenta historia de venganza) y, al mismo tiempo, una obra muy extraña, en la que una peligrosa secta liderada por Linus Roache asola un medio rural bastante indeterminado geográficamente. El director establece un marco "real" para, a partir de ahí, crear un universo progresivamente terrorífico y pesadillesco. Se aprecia la influencia del cine de Ridley Scott y en concreto de "Blade Runner" (1982), ejemplo, como éste, de cine de género llevado al extremo del formalismo. Nicolas Cage, que normalmente es un actor mediocre, destaca por su actuación, pero pese a ello Roache concentra la atención por su carismático papel de villano visionario y enloquecido. "Mandy" es, de hecho, un film visionario, dotado de una rara y oscura capacidad de seducción, si bien le falta cierta capacidad para emocionar, tal vez porque la relación de pareja entre los personajes de Cage y Andrea Riseborough está poco o mal desarrollada, y resulta demasiado fría.