En esta coproducción franco-belga, que es el primer largometraje de su director, Pierre Duculot, la protagonista, Christina (Christelle Cornil) se encuentra con una imprevista herencia, una casa que pertenecía a su abuela, situada en un pueblo del interior de la isla francesa de Córcega. La casa es una vía para escapar de un entorno vital y familiar en el que no se encuentra a gusto, y comenzar una nueva vida, no sin dificultades.

Es una película hermosísima, que trata de forma muy directa la situación vital, personal y social de la protagonista, en concreto la precariedad de su futuro, y su relativa pobreza, la cual se contrasta con la pobreza, también relativa, del interior de Córcega. La gran belleza del paisaje montañoso de la isla es, por así decirlo, un aliciente para la protagonista: desde las montañas, Christina se siente, por vez primera, dueña de su vida. La historia está bien contada, y las interpretaciones son muy competentes, aunque tal vez hubiera sido deseable un mayor metraje para dar más peso a algunos personajes secundarios.