La vida de un mayordomo británico de la primera mitad del siglo XX era mas que exigente, viviendo con el único objetivo de satisfacer y ser útil a su señor cualquier otra consideración personal quedaba al margen.

Si a esto sumamos la flema británica corregida y aumentada el resultado final era una autentica castración psíquica que le aislaba de la posibilidad de llegar a tener una vida propia.

La dedicación “en cuerpo y alma” bastante similar a la religiosa de la vida monacal esta absolutamente reñida con la salud mental y con el mundo de las sensaciones y de las emociones.

James Ivory nos muestra con detalle desde el otro lado de la cámara la vida real de uno de estos mayordomos magistralmente encarnado por el consumado maestro de la escenificación Anthony Hopkins que ejecuta a la perfección cada gesto, cada rictus de satisfacción o de desesperanza.

Excelente también la dama de la pantalla Emma Thompson, una actriz todo corazón que sabe pintar con destreza el delicado lienzo de las emociones, en fin, una película para disfrutar de un trabajo bien hecho.