Una trama confusa para un fondo complejo fue el desafío de Mike Flanagan para dar cuerpo a su monstruo de ojos volcados hacia dentro y, por lo visto, eterno. En un montaje que pone en apuros los recuerdos de los protagonistas bajo la influencia del espejo, se destaca la concienzuda organización de la historia en donde el pasado y el presente coexisten, los conceptos de afuera y adentro se anulan, las alucinaciones y los recuerdos se confabulan, todo adquiere las características de un sueño, una confusión que logra matar o enloquecer a los personajes.

Al contrario de las mitologías que toman referencia a los seres especulares, el personaje de este film no posee las características que ennoblece los mitos, y eso lo hace terrorífico y horrible, una entidad que ejerce su influencia con tiranía y destrucción, controlando lo que se ve y se oye, poderoso e indestructible. Kaylie, la hermana, enérgica y “ciega”, la Eva que influye en el estado mental ya malogrado del hermano, quien por su pusilanimidad espera sólo el fracaso.

Un film que logra sobresaltar a ratos no posee lo que busca el espectador por un momento de olvido, si bien los símbolos son los adecuados, el horror es muy específico, faltó darle a su entidad sobrenatural esa proyección de horror psicológico de un acabado thriller. Con todo, es un film que no dejará de asombrar ni de intrigar nuestra sana curiosidad.