A través de las declaraciones de una niña y de una deslenguada drogadicta, que están siendo interrogadas por unos agentes del FBI, en una comisaria situada en un pueblo en mitad de ninguna parte, ocupada por una cohorte de palurdos y descerebrados policías, que también van aportando su particular versión de los hechos, vamos conociendo a base de continuos flashbacks, (al mismo tiempo que dichos agentes), las circunstancias que desembocaron en un sangriento hecho, del que solo se nos muestra un fugaz atisbo al comienzo del film. Magnífica película con un cierto aire malsano, (que se va enrareciendo a medida que avanza la historia), sembrada de un inclasificable humor tirando a negro, que aunque logra mantener nuestra atención según van encajando todas las piezas, a medida que se nos va revelando el rompecabezas, abrimos los ojos como platos quedando completamente subyugados ante la montaña rusa de sensaciones que nos regala esta digna hija de su padre, (David Linch), en el acojonante final. Absolutamente recomendable.