Una madre y sus dos viven a costa de engañar a otras personas que piensan que a través de ellas pueden contactar y recibir mensajes de sus seres queridos ya fallecidos. Hasta que un día la hija pequeña empezará a comportarse de una forma un tanto extraña al tratar de comunicarse con su padre…

Mike Flanagan dirige dos años después la precuela (que no secuela) de Ouija, y sin duda la mejora de largo, aunque no era difícil. Este origen de la historia es maduro y hábil, da miedo pero en su justa medida y abre la puerta a un nuevo género de terror inteligente, sin excesos grotescos de cara a la galería. No obstante no la apruebo porque sus últimos minutos son una ida de olla total que desentonan el correcto conjunto anterior ni, sobre todo, por el simple hecho de que este tipo de películas no las disfruto del todo, paso mal rato y es por ello que no la puedo valorar más, pero puedo llegar a entender que haya gente que acuda en masa al cine para ver este tipo de películas mientras devoran una coca cola de 2 litros y engullen palomitas sin ton ni son. El personaje de la madre pinta más bien poco, el de la hija mayor se mantiene siempre en primera línea y el de la pequeña…al principio lo borda pero al final parece un monigote de cartón piedra. Hay muchas películas mejores ahora mismo en cartelera, pero si eliges entrar a verla, no te irás con sensación de que se han reído de ti a la cara.

Lo mejor: Con contadísimas escenas de miedo consigue mantenerte en tensión todo el metraje. El personaje enigmático del cura. Lo que las tablas de ouija dan de si desde tiempos inmemorables.

Lo peor: Tanto ojo blanco da un poco el cante…Demasiados topicazos. Que no cuente con algún actor de campanillas.

Nota: 4,5 Sacapuntas.