Me dicen que el 'pringaete' de Raúl en "al salir de clase" es un buen actor y me caigo muerta. Afortunadamente nadie me lo dijo y he podido llevarme la grata sorpresa de comprobarlo con mis propios ojos, saliendo vivita y coleando y hasta moderadamente interesada de las garras del sicario de la noche y el silencio.
Reconozco que fue un día de esos en los que vas al cine por ir, por echar la tarde, por comer unas palomitas calentitas, o llámalo X, y lo único que esperas, con más desaliento que esperanza, es que al menos sea una película entretenida. Cumple y ¡vaya si cumple! No es que sea la hostia en verso, ni que tenga en mente volver a verla, pero entretener, lo que se dice entretener, entretiene.
Victor Clavijo ya no será nunca más el 'pringao' de Raulito; ahora es el señor Clavijo, un actorazo como la copa de un pino. Su interpretación y su magistral narración en off (que salvando muy mucho las distancias en lo que a película se refiere, me recordó un poco a sin city) sobre la vida y milagros del asesino de manual son, junto a su oscura y maravillosa fotografía, lo más destacable.
Por lo demás típica película de asesinos a sueldo, putas y partidas clandestinas (quizás una crítica light a la marca España, muy light) que coge un renombrado director norteamericano y la convierte en candidata a los Oscars. Poco que envidiar al cine negro americano, para el que le guste el género, salvo por el detalle de dos o tres escenas un tanto patéticas a nivel interpretativo, y probablemente también de guión, y un desenlace que a mi gusto desmerece y no convence.
Menos taquillera pero igual de entretenida que el repertorio de amoríos edulcorados y chistes fáciles a los que nos tienen acostumbrados nuestros compatriotas directores últimamente, así es que sí, grata sorpresa.