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España España · Madrid
Voto de Ludilo:
8
Comedia. Drama Después de hacerse famoso interpretando en el cine a un célebre superhéroe, la estrella Riggan Thomson (Michael Keaton) trata de darle un nuevo rumbo a su vida, luchando contra su ego, recuperando a su familia y preparándose para el estreno de una obra teatral en Broadway que le reafirme en su prestigio profesional como actor. (FILMAFFINITY)
19 de enero de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Qué se puede esperar de un señor que hizo posible disfrutar del CINE con amores perros, 21 gramos, babel o biutiful? Pues nada más y nada menos que la inesperada virtud de la ignorancia; o lo que es lo mismo: CINE.
Llega un momento en este camino que es la vida en el que ya no vale aquello de 'yo de mayor quiero ser...', porque ya somos mayores y ahora lo que vale es decidir lo que queremos ser (si es que queremos ser algo). Michael Keaton o Riggan Thomson (una ya no sabe bien quién es la persona y quién el personaje) decidió que él quería ser actor. Lo consiguió y vaya si lo consiguió. Trilogía taquillera de superhéroe, reconocimiento, dinero, fama... Pero la fama cansa y si no cansa se acaba y si se acaba vuelve el momento decisión: ¿fama vs talento? ¿Talento vs fama? Entonces MichaelKeatonRigganThomsonBatmanBirdman decidió que él no quería ser un superhéroe, él quería ser artista, director, guionista y actor principal. Desencasillarse, ganarse a la crítica y tener reconocimiento, que no fama, en definitiva ser alguien. Para ser alguien primero hay que ser y ¿quién eres? ¿Cómo ser cuando el personaje al que interpretamos cada día se come a la persona que supuestamente eres?
Son muchos los protagonistas de la inesperada virtud de la ignorancia, aunque Birdman eleve la palabra actor a la categoría de arte:
Alejandro González Iñárritu. EL DIRECTOR ha decidido hacer ficción dentro de la ficción para reflejar una realidad, la realidad del cine actual. No deja títere con cabeza. No se escapan los críticos, ni las drogas, ni el cine comercial, ni los famosillos, ni las redes sociales... Este señor ha decidido que todas sus películas sean peliculones y ha 'coescrito' un guión acojonante con frases para pensar, para reír; tragicomedia pura y dura sobre un teatro: la vida misma.
Reparto. Michael Keaton se sale por todas partes, pero volver a ver a Edward Norton pasar de un registro a otro con la facilidad pasmosa con la que lo hizo en sus tiempos mozos en 'las dos caras de la verdad' es todo un lujo. Emma Stone me conquistó en la última de Woody dios Allen y aquí está aún mejor; la amiga se marca un monólogo a mitad de película que, literalmente 'se caga la perra'. Sin desmerecer a nadie, están todos de once.
Fotografía. Halando de protagonistas no puedo olvidar a un tal Emmanuel Lubezky que hace que te enamores de cada plano. Espectacular.
Música. Los 'momentos batería' llaman la atención hasta de los que no vemos más allá de la actuación del actor de turno.
En resumen, un peliculón. Con crítica, mensaje, vistosa y actuaciones magistrales. ¿Qué más se puede pedir? Solamente una cosa: que siga habiendo gente que se crea que no está todo visto y lo demuestre. ¡Qué grande eres guey!
Ludilo
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