Gillespie juega obviamente con ventaja ante una historia delirante en sí misma y carne de película. Sin embargo, consigue manejarla a la perfección con una estética de 'true crime', tan de moda últimamente, donde Margot Robbie nos recuerda a todos que es mucho más que una cara bonita. El montaje y la música dan un ritmo a la historia que no hace más que reflejar el frenetismo de la misma. El guion consigue además plasmar a la perfección la gran pregunta: ¿sabía Tonya algo del asunto?