Si ya en la conmovedora "Adiós pequeña, adiós" (2007), Ben Affleck (que puede convertirse en una referencia del cine actual detrás de las cámaras) pretendía concienciarnos sobre la gran responsabilidad que conlleva formar una familia, sobre todo ocuparse de los hijos; ahora, la escena del diálogo de su nueva película, "The Town" (2010), entre Doug MacRay, el personaje que encarna Affleck, y su padre (Chris Cooper) nos permite adentrarnos en las consecuencias de una relación paterno-filial que empujan al protagonista hacia una vida que le desagrada, que le lleva al abismo, al sinsentido y a terminar tarde o temprano confinado en la cárcel, al igual que su padre: un ser carente de arrepentimiento por lo que hizo y de comprensión hacia su desparecida mujer y su hijo. Es precisamente ese diálogo el que, desde mi punto de vista, actúa de revulsivo definitivo en Doug para decidir redimirse y poner fin a esa vida insulsa a la que le empujaron las circunstancias, para virar el rumbo y empezar de cero junto a Claire (Rebecca Hall), la única persona capaz de encender en su interior una llama de esperanza, para dejar atrás ese recuerdo de promesa resquebrajada del hockey a quién todavía le aflige la desaparición de su madre: una pérdida que propició una huida hacia adelante, jalonada de violencia, atracos y dinero fácil, con su ambicioso y despiadado amigo James Coughlin (Jeremy Renner), el cual, junto a su hermana Krista (Blake Lively) y “Fergi” (Pete Postlethwaite), un florista sin escrúpulos, representan las férreas cadenas que le impiden abandonar Charlestown, su hogar y lugar en el que creció, un barrio de Boston donde el agente Frawley (Jon Hamm) trata de darle caza abusando de su poder a través de métodos nada éticos, para así obtener más reputación dentro del FBI.
Aunque no aporte cinematrográficamente nada nuevo, "The town", además de un thriller sobre ladrones con escenas trepidantes (la persecución por las calles de Boston es soberbia), es una interesante y profunda reflexión sobre la familia, la complejidad de las relaciones humanas y la necesidad que tiene el hombre de ser libre y feliz, de buscar su propio destino desechando posibles influencias perniciosas que le subyuguen, de efectuar, si así fuera inevitable, una especie de catarsis que comporte dejar atrás incluso lo más querido, pero albergando un sentimiento de anhelo hacia lo que depare el porvenir.