Kieslowski une en esta película la maestría de su cine y su complejidad moral, sigue la trayectoria de su Decálogo pero se centra un poco más en las tres historias para profundizar en el aspecto moral, desarrolla su historia en los barrios comunistas de Varsovia, esos bloques que uno ha de vivir en ellos para saber que se siente en esas características viviendas, con sus gentes y en sus barrios.
De estos barrios solamente sale nuestro taxista, una profesión muy importante durante el comunismo pues tal como se puede ver en la película, es el taxista quien decide y no el cliente, algo muy característico del comunista.

Por otro lado tenemos al joven estudiante de derecho, Globisz, que se enfrenta con un complicado caso y que demostrará la ilusión de su nuevo puesto sin saber que se enfrentará al dilema de por vida, ser juez, la modestia de decidir que está bien o que está mal, tal como Kieslowski cuenta en Rojo, ser juez es una profesión bastante complicada moralmente.

Caminando por las calles del casco antiguo de Varsovia se encuentra nuestro joven de pueblo que va sin rumbo por las calles y por la vida, le da igual todo y por lo tanto también le da igual matar o no matar, en esta vida ya lo perdió todo y por su culpa, su hermana.

Estas tres historias se unen en un mismo punto, un asesinato y luego viene la justicia, la pena de muerte, será en este punto en donde Kieslowski nos plantea un complicado dilema moral, cómo hemos de juzgar y si el hecho de juzgar corresponde con la verdad, o simplemente qué es la verdad cuando se habla de muerte.
¿Es correcto matar y matar a esa persona que ha matado?

Kieslowski consigue un cine sin igual con una fotografía escalofriante en una Varsovia puramente comunista y no solamente en sus edificios sino también en sus gentes.
El gran director polaco juzga la pena de muerte y muestra su gran conocimiento sobre el alma humana y una manera correcta de juzgarla, no dice lo que está bien o mal, Kieslowski no es tan modesto pero he de renonocer su gran sabiduría.

Sorprendido y admirando su cine, reconozco que estoy ante de una de la obras claves del cine, Decálogo y su sorprendente capítulo quinto.