Vientos de agua es una serie que demuestra la calidad que pueden alcanzar las producciones nacionales y más aún cuando las hacemos mano a mano con nuestros hermanos argentinos.
Juan José Campanella siempre ha sabido lo que hace y aquí lo vuelve a demostrar con una historia que aúna el drama de la inmigración y la incertidumbre económica con las historias de amor y de familia y por supuesto los contrastes y similitudes culturales entre España y Argentina, y lo hace rodeado de maravillosos actores y con unos medios que no tienen nada que envidiar a los de otras producciones europeas.
Sin embargo, 72 minutos por capítulo son demasiados. El ritmo es irregular con demasiada frecuencia, y tampoco ayuda la decisión de hacer que los personajes asturianos hablen en asturiano, lo cual da mucha veracidad y autenticidad a la propuesta pero hace francamente difícil seguir los diálogos (no vienen mal los subtítulos, y no es una exageración). En definitiva, Vientos del agua es una producción estupenda con grandes profesionales y una idea bellísima y desgraciadamente actual, pero que no se hizo tan bien como se podría haber hecho. Aun así, inmerecido fracaso en audiencias.

Lo mejor: El lujo de la producción y la siempre interesantísima entente de Campanella y su troupe (Blanco, Bertucelli, Rago, etc) mezclados aquí con los Alterio y grandísimos actores patrios como Silvia Abascal, Marta Etura o el exotismo de Angie Cepeda.
Lo peor: Es demasiado larga y a veces poco emocionante o interesante.