Ay, los fans... qué peligrosos son en ocasiones cuando se obsesionan, tanto si es de una forma como de otra.
El tristemente desaparecido Tony Scott dirige Fanático, una historia de un hombre que lleva una triste vida y se obsesiona con su ídolo, un jugador de béisbol en horas bajas, hasta unos extremos que verdaderamente dan miedo. Y el resultado es por lo menos entretenido, que ya es bastante, pero tiene un tono de telefilme del que no se puede o no se quiere desprender. El guion es plano, los personajes también, los secundarios apenas captan nuestra atención y todo suena bastante a dejà vu.
Por suerte, Wesley Snipes, que no es el mejor actor del mundo y que anda bastante perdido desde que terminó la trilogía de Blade, hace quizás una de sus interpretaciones más sinceras y sufridas. Robert De Niro, por su parte, es único cuando tiene que dar miedo, como demostró en El cabo del miedo, y se las pinta solo para resultar siniestro, que es de lo que se trataba, aunque abuse de sus clásicos manierismos.
Una de las cintas más flojas de Tony Scott. Con todo, por lo menos es entretenida.

Lo mejor: Robert De Niro da miedo, y Wesley Snipes está mejor que de costumbre.
Lo peor: Es un telefilme de hora de la siesta, lo que no es precisamente una buena noticia.