Es difícil decir si Antes del atardecer es mejor o peor que su antecesora, Antes del amanecer.
Ambas son caras de una misma moneda, que con suerte se convertirá en triángulo cuando llegue Before Midnight.
Lo que sí se puede decir es que la sensación que producía la primera parte es aún más extraordinaria en esta secuela. Porque las conversaciones de Jesse y Celine, como dos personas que vivieron algo tan intenso y se reencuentran nueve años después, siguen siendo naturalidad pura. Todo comienza con una contención de sentimientos, con comentarios banales sobre trabajo y política, para pasar poco a poco a la intimidad más absoluta y los recuerdos de lo que significó para ellos aquella noche en Viena. Ahí es donde reside la magia del guión, en esa naturalidad y realismo arrolladores, unidos al hecho de que la película sucede prácticamente en tiempo real.
Pero si hay algo que debería ser innegable, incluso para los escépticos y detractores de esta maravilla, es el esfuerzo y el monumental trabajo de esa pareja maravillosa que han dejado para la historia del cine Julie Delpy y Ethan Hawke, que continúan mirándose, sonriédose, amándose y mintiéndose con una entrega y pasión dignas de todos los elogios del mundo.
Lo dicho: a esperar la tercera entrega de esta historia de amor única que hace soñar entre tantas mediocridades y tópicos hollywoodienses.

Lo mejor: Todo, pero una vez más hay que destacar los diálogos de Linklater, Hawke y Delpy, esta vez no sólo inolvidable pareja, sino también co-guionistas.
Lo peor: Nada.